CAMAGÜEY.- Donde acechaba el mayor peligro: el asalto al cuartel Moncada, la travesía del yate Granma, la Sierra Maestra, el devastador ciclón Flora, Playa Girón, la crisis de los misiles, África y Vietnam en medio de sus respectivas guerras…desafiando los más de 600 atentados personales de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), en 10 administraciones estadounidenses, el líder de la Revolución Cubana, con su ejemplo e ideario previsor enseñó a las generaciones que lo acompañaron, y sucesoras que integran hoy la más joven continuidad histórica, a convertir el revés en victoria.
Cuanto en 1953 encabezó el asalto a la fortaleza militar más pertrechada de la dictadura de Fulgencio Batista en el oriente de esta Isla, Fidel y los jóvenes como él que lo siguieron no querían que el ideario del Apóstol muriera en el año de su Centenario y las ideas, inmortales, reafirmaron para siempre su intensa vida patriótica. Ya lo diría el teniente Sarría en aquella ocasión, cuando la soldadesca sedienta de más sangre lo sorprendió en las estribaciones serranas tras el “fallido” intento armado, “las ideas no se matan”.
Fidel hace cuatro años que físicamente no está entre nosotros, pero su obra socio-política integral reconocida por estrategas internacionales que supieron de sus acciones en las cruciales batallas contra el apartheid, sus recorridos por Vietnam en medio de las acciones bélicas de los imperialistas yanquis, no solo resaltan el valor personal, sino la inteligencia de mantener en jaque a una potencia que jamás perdonará tanta osadía mambisa.
El amigo del jefe de la Revolución, el escritor Gabriel García Márquez, en una de sus alusiones, El Fidel que yo conozco, escribió: “Sueña con que sus científicos encuentren la medicina final contra el cáncer y ha creado una política exterior de potencia mundial, en una isla 84 veces más pequeña que su enemigo principal. Tiene la convicción de que el logro mayor del ser humano es la buena formación de su conciencia y que los estímulos morales, más que los materiales, son capaces de cambiar el mundo y empujar la historia…”.
Y no solo lo soñó, lo realizó y previó en Cuba y para el mundo. Incluso, podría afirmarse que intuyó tiempos pandémicos como los actuales en los que nuestros jóvenes y avezados científicos, galenos, personal sanitario internacionalista, actúan a favor de todos los cubanos, y la humanidad desprotegida.
Si Cuba ha podido resistir la vigente, dificilísima coyuntura higiénico–sanitaria, los embates de tormentas, las amenazas de huracanes y seguías y encima el criminal reforzamiento del bloqueo imperial, se lo debemos a Fidel y a la juventud antiimperialista que él inspira. Por eso, Fidel está en todos nosotros, los jóvenes de hoy y de ayer, como Raúl, Machado Ventura, Ramiro, Guillermo García y tantos líderes históricos que fortalecen el ímpetu juvenil de la presente generación con las renovadas ideas continuadoras de la Revolución.