El calor fue implacable. Salamanca rozó temperaturas sofocantes que no dieron tregua ni en la sombra de sus plazas. Pero el FÀCYL —el Festival Internacional de las Artes de Castilla y León— volvió a demostrar que el arte puede más. Ni el sol ni la anticipada sensación de la canícula fueron obstáculo para las casi 100 000 personas que en solo cinco días llenaron calles, patios, teatros y plazas, celebrando la vigésima edición de un evento que no teme arriesgarse y que ha consolidado a Salamanca como un epicentro de la creación artística contemporánea.

 “Siempre en el arte tienes que arriesgarte”, afirmaba Rodrigo Tamariz, director artístico del festival. “Nos equivocaremos, sí, pero también acertaremos. Y cuando se acierta, siempre se acierta con valentía.”

Un público diverso para un festival abierto

 Este año no fue solo una fiesta de jóvenes universitarios. A los habituales grupos de estudiantes se sumaron familias enteras, personas mayores, colectivos que salieron al encuentro del arte como parte de su rutina ciudadana. La programación, amplia y diversa, permitió que la calle se convirtiera en punto de encuentro intergeneracional, sin exclusiones.

 Desde las risas del espectáculo de Impro Impar hasta la expectación colectiva frente a los videomappings, el FÀCYL volvió a hacer de Salamanca “uno de los mejores teatros al aire libre donde pueden acontecer todas las artes”, como lo describió Mar Sancho, viceconsejera de Acción Cultural.

Tecnología que emociona

 El compromiso con lo tecnológico no es nuevo, pero en este 2025 cobró un sentido especial. En lugar de eclipsar lo humano, la tecnología se puso al servicio de la emoción. Dos videomappings celebraron las dos décadas del festival: uno en la fachada del Ayuntamiento, a cargo de Álvaro Más Multimedia, con un tono narrativo e íntimo que recorría la historia visual del festival a través de sus carteles. Otro, en el Patio Chico, firmado por Mapping On, propuso una experiencia más abstracta, donde leyendas, colores e iconografía local se convertían en pretexto artístico, en lenguaje visual transformado.

 Pero sin duda uno de los momentos más conmovedores fue el mapping infantil: dibujos de escolares salmantinos proyectados sobre la fachada del Patio Chico como parte de una coreografía luminosa que hizo vibrar a familias completas.

 A esto se sumaron otras experiencias que desbordaron lo escénico: el mapping láser sobre la Catedral, y el nostálgico y divertido Game on The Wall, una mezcla de videojuego arcade y videomapping donde los jugadores, mando en mano, interactuaban con una pared de la Casa de las Conchas convertida en pantalla. Tecnología, arte y memoria lúdica en una misma fachada.

 A menor escala, pero con una presencia también importante, estaban los recursos tecnológicos, a través de un objeto mapeado como parte del espectáculo multidisciplinar La Estación, que sumó, entre otros colaboradores, a la Escuela de Arte de Salamanca. Como insistió la actriz y directora Virginia Urdiales: “Para nosotros es importante ese contacto con la emoción, con el sentir, y luego la tecnología nos acompaña como un personaje más”.

Voces del mundo en una ciudad abierta

 Con 50 compañías de 15 países distintos, y 13 estrenos mundiales, el FÀCYL mantuvo su apuesta por la internacionalización y la mezcla. Dj Atatá llegó desde Brasil para “traer alegría con la música brasileña”. Desde Guinea Ecuatorial, Gorsy Edú emocionó con El percusionista:

“En mi aldea decimos que no puedes entender el canto sin el llanto, el llanto sin la música, la música sin la danza ni la danza sin la poesía.”

 También fue el debut en España de Katie James, la cantante de raíces irlandesas criada en Colombia, que en el Patio Chico llenó de boleros, bambucos y pasillos un rincón salmantino. O Tonina Saputo, desde Brooklyn, que junto a sus compañeras de Kenia e Italia fusionó jazz, ritmo siciliano, soul y bolero: “Una mezcla de todo”. Ambas cantaron a los pies de la Catedral Nueva de Salamanca.

 No faltó el humor de Impro Impar, un dúo de un argentino y un español radicado en Madrid, ni el “acomodactor” Felichiano Cornutti, personaje de Félix Corcuera que hizo al público jurar: “Juro como público del FÀCYL ser el mejor público posible…”

Lo local como excelencia

 La identidad salmantina también tuvo su lugar de honor. La artista visual Blanca Nieto (Blannim) inauguró su primera exposición en casa, con una obra sobre el recuerdo. El joven músico Víctor Sevillano sorprendió en la Plaza del Liceo. Y la Escuela de Circo celebró su graduación dentro del marco del festival, con adolescentes que demostraron que también el riesgo escénico puede empezar en casa. Como dijo Tamariz: “No podemos olvidarnos de nuestros artistas. Siempre tienen que tener presencia y permanencia en el festival.”

El arte como ciudad posible

 En palabras de Akultura.org, los festivales culturales activan el espacio público, dinamizan la economía, forman públicos, fortalecen el tejido social y revalorizan la identidad. Todo eso ocurrió en el FÀCYL 2025. Salamanca se volvió ciudad-espectáculo, ciudad-escenario, ciudad-vínculo.

 “Que les sea fácil venir y difícil irse”, decía el argentino Dj Lavo, tras su concierto en la Casa de las Conchas. Y esa podría ser también la consigna del festival para los próximos 20 años.