CAMAGÜEY.- La bailarina camagüeyana Adelaida Gómez Escobar (Lalita) vuelve a ser noticia al convertirse en la cuarta bailarina en el mundo -y la única con vida- en haber bailado en puntas a la edad de 65 años. Se une así a las ballerinas Margot Fonteyn (1919-1991), Alicia Alonso (1920-2019) y Maya Plisetskaya (1925-2015).

Desde Portugal, donde reside, ha lanzado un claro mensaje al mundo una de las fundadoras del Ballet de Camagüey, segunda compañía clásica de Cuba, creada en 1967 por Vicentina de la Torre, también liderada por Fernando Alonso, y hoy dirigida por Regina Balaguer.

Lalita ha regresado a los escenarios con una obra maestra del ballet clásico, “La muerte del cisne”, y ha conmocionado al auditorio en el Centro Cultural de Belém en Lisboa, en la cuarta y última gala de audiciones del reality show “Got Talent Portugal”.

El sistema de líneas que la artista compone es tan complejo que se aleja del cisne en cuestión para convertirse en algo más cercano al símbolo. La excepcional plasticidad facilitó una interpretación más plena y convincente, pues ha de valorarse la proporción entre la cabeza, el torso y las piernas, y el cuello y los brazos míticos que dominaron el ballet del siglo XX.

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Lalita ha sido también símbolo imperecedero de obras cumbres para el Ballet de Camagüey, la compañía que la vio crecer, por ejemplo, ella estrenó “Ofelia”, coreografía de José Antonio Chávez que recrea la agonía de aquella pobre criatura shakesperiana envuelta en las intensas emociones que la perturbaron y, arrepentida y amorosa, danza sus recuerdos entre cuatro luces de velas que anunciaban su muerte.

Sin embargo, su fama como bailarina llegaría en 1971 con la obra “Saerpil”, del desaparecido coreógrafo Gustavo Herrera. Desde entonces se convirtió en ícono de la danza moderna cubana que ha hecho posible su inmortalidad, al punto de que en la actualidad la pieza se mantiene en el repertorio de la compañía.

Amanda García, su nieta de 11 años y quien estuvo presente en el suceso, sigue con fidelidad, el encanto de las puntas de su querida abuela, que después de seis décadas y media ha hecho posible el mito de danzar con el alma, con el corazón y desafiando las leyes de la vida.