Imaginemos a una niña que, a los seis años, comienza en una escuela de ballet. Estudiar danza significa dejar atrás muchos momentos de la infancia que otros niños disfrutan. Años más tarde, como adolescente becada, estará lejos de su familia. Luego, la vida profesional comenzará en una ciudad distante del hogar, donde deberá aprender a valerse por sí misma. ¿Cuánto de todo eso contribuye a la formación de su carácter, a la construcción de una mujer fuerte y decidida? Hablamos de Regina Balaguer, la directora del Ballet de Camagüey (BC).