CAMAGÜEY.- Por diversas razones, incluida la situación sanitaria por la que atraviesa el mundo, de la que no escapa Cuba, cesaron las publicaciones en esta sección. Hoy la reanudamos precisamente con el tema del coronavirus SARS-CoV-2 que provoca la COVID-19, pues a pesar de que mucho se ha escrito y dicho sobre esta pandemia declarada como tal por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 11 de marzo del actual año, debido a la “juventud” de la enfermedad todo lo que conozcamos es poco para evitar padecerla.
Por esa razón acudí al Dr. Alfredo Leal Gutiérrez, especialista en Higiene y Epidemiología y jefe del Programa de Infecciones Respiratorias Agudas y Tuberculosis, del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología, quien aclaró que los coronavirus constituyen muchos tipos de virus con la característica de que su reservorio son los animales, gérmenes de estos que casi siempre pasan del animal al hombre. Por eso, cuando comienza la neumonía de Wuham (provincia de Hubei, en China), como se le llamó en sus inicios, se infería que había pasado de un animal al hombre, en este caso se le atribuía a un murciélago, uno de sus mayores portadores, aunque no ha sido el único en el que se ha pensado, es algo no definido todavía.
—No se ha determinado entonces cuál fue el animal responsable, pero sí que se han contagiado tantas personas en el mundo que lo mantiene en vilo…
—En efecto, está claro que el virus “aprendió” a pasar de persona a persona de manera muy rápida. Eso sucede cuando el germen nuevo de enfermedades zoonóticas (un grupo de padecimientos infecciosos que se transmiten de forma natural de los animales a los seres humanos) desarrollan un brote de importancia o como en este caso una pandemia.
—Si es común que un germen pase de un animal al hombre, ¿por qué lo ocurrido entre los seres humanos con la COVID-19?
—La primera rareza es que nunca se había llegado a una pandemia por coronavirus. Sabíamos del síndrome del Medio Oriente que transmitía el camello; el síndrome respiratorio agudo severo que lo transmitía la civeta, y en estos casos los coronavirus ocasionaron brotes y epidemias, pero fueron controlados aunque su manera de contagio era muy parecido.
—¿Cómo es posible que luego los animales no sean infectados por las personas?
—Sí se han reportado contagios en animales mascotas, como perros y felinos domésticos, o sea, en algunos se ha aislado el virus del SARS-CoV-2, lo que sucede es que a veces viven con él y no les ocurre nada, como mismo un 50 % de las personas son asintomáticas ante la enfermedad, aunque la transmiten, son los conocidos portadores asintomáticos.
“En China aceleraron las investigaciones acerca de esta dolencia y en enero ya el mundo conocía algunas cosas importantes, como que un número importante de personas no presenten síntomas, pero contagian a otras, incluso cuando da síntomas se conoce que comenzó a transmitirla desde antes y puede propagarla un mes después, si está enfermo”.
—Mencionó una primera rareza, ¿hay otras?
—No ataca tanto a los niños, a medida que aumenta la edad se eleva la incidencia, y lo mismo ocurre con la forma grave de manifestarse y la mortalidad de quienes padecen la COVID-19, lo que no quiere decir que estén exentos del contagio o de agravarse. En el caso de los pequeños se conoce que tienen menos receptores del virus en el tracto respiratorio inferior (tráquea, bronquios y bronquiolos, y los alvéolos, que forman los pulmones), y esa es una de las causas.
“Esto es algo curioso porque no es lo habitual en los virus, pese a que se conoce que ha dejado secuelas a enfermos de edades diversas”.
—¿De qué depende el contagio y la manifestación de la enfermedad en los jóvenes?
—Las comorbilidades en los jóvenes son escasas, ellos presentan menos enfermedades asociadas, de ahí que al ser infectados tengan un mejor pronóstico, aunque en medicina nada es absoluto. En este grupo etario lo más determinante es el factor socio-ambiental, por los lugares que frecuente y la actividad que realice.
—¿Y los que clasificamos en la tercera edad?
—En los adultos mayores las comorbilidades son frecuentes, abundan por el paso de los años y en ocasiones hasta varias en una sola persona, como son: la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, las afecciones cardiovasculares, por solo mencionar algunas, y si encima de estos problemas no mantienen controladas sus enfermedades crónicas, entonces el peligro aumenta.
—Muchos de los ancianos se cuidan, pero ¿qué papel desempeñan los jóvenes que conviven con ellos?
—Esa pregunta me lleva a la pandemia de gripe A (H1N1) de 2009-2010, causada por una variante del Influenzavirus A, que según datos internacionales cobró la vida de miles de personas a nivel mundial; sin embargo, en Cuba se registraron muy pocas y en Camagüey solo ocho, cuando reportamos miles de casos. Por la COVID-19 tuvimos un solo fallecido, pero el número de contagios ha sido muy diferente, solo 73 casos hasta la fecha.
“Y me refiero a esto porque aquella del 2009 era más afín a los jóvenes y nos dedicamos a enseñar a trabajar los brotes en las escuelas y al frenarla en niños y jóvenes no la llevaban a sus casas y se evitaba el contagio a sus padres y los abuelos, se cortaba la cadena de transmisión.
“Ahora es lo contrario, hay muchos centros laborales con brotes en el mundo y en Cuba también, pese al buen control de la enfermedad, mientras en los círculos infantiles y escuelas no ha sucedido lo mismo, todo lo contrario.
“Si los jóvenes se contagian llevan el virus a sus hogares, donde se complica la situación con los ancianos, por su elevada morbi-mortalidad debido a todo lo que he mencionado.
“Aunque soy epidemiólogo, no clínico, he vivido junto a estos especialistas, que la COVID-19 lo que más ataca es el aparato respiratorio, con serias complicaciones en los pulmones donde deja invalidez, si no fallece, porque se necrosa el tejido pulmonar y la tormenta de citoquinas lleva al enfermo a desencadenar un estado crítico o la muerte. Esto sucede cuando las citocinas que aumentan la actividad inmune se vuelven demasiado abundantes, es posible que el sistema inmunológico no pueda detenerse. Las células inmunes se propagan más allá de las partes infectadas del cuerpo y comienzan a atacar tejidos sanos, devoran glóbulos rojos y blancos y dañan el hígado.
“La COVID-19 puede provocar trombosis masivas a todos los niveles. Si toca el corazón viene el infarto; si es en el pulmón se produce el tromboembolismo pulmonar; en las estructuras nerviosas centrales, provoca un accidente vascular encefálico; o el colapso por la sepsis generalizada y esas son las vías hacia la muerte”.
—¿Síntomas?
—Manifestaciones neurológicas como la pérdida del olfato y el gusto. Hay quienes no se dan cuenta y transitan como asintomáticos hasta que el cuerpo depura el virus o se le aplica el tratamiento si es detectado mediante el PCR, por sus siglas en inglés (técnica de la biología molecular en tiempo real), pero si no hay transmisión y no son examinadas, puede que estén infectadas y no lo sepan. En ocasiones se llega a los asintomáticos por el control de foco en los que han sido diagnosticados con la enfermedad.
“Los síntomas han sido divulgados y están relacionados con la tos seca, fiebre, malestar general, muy parecido a la gripe, y otros que no se vinculan con esta”.
—¿Qué ocurre con los casos positivos de los que nunca se llega a la fuente de infección?
—Ese es un tema controvertido para la población. Es posible que cuando se haga el control de foco ya la fuente de infección no esté. Lo otro es que si usamos los medios de contención, probablemente alguien infectado se mantenga con nasobuco y se lave sus manos y no transmita la enfermedad o con quien comparta cumpla las medidas orientadas y evite ser contagiado. Todo eso puede ocurrir y llama la atención, lo cual resulta lógico. Se autolimita la COVID-19 si cumplimos todas las medidas establecidas, eso está probado.
—Muchas personas asocian la intubación con la muerte…
—No siempre es así, pese a que por lo general son pacientes en estado crítico, siempre hay quienes salvan su vida, por supuesto. Por otra parte la persona puede estar en estado grave y no haber criterio de intubación.
—¿Cómo son clasificados los pacientes en Cuba?
—Los asintomáticos, ligeramente asintomáticos porque refieren algo leve, unos con sintomatología más florida, otros que se complican con más frecuencia de las afecciones pulmonares aunque no exentos de otras, quienes llegan al estado crítico y hasta a la muerte.
“Con el paso de los meses la letalidad ha disminuido en el mundo por los tratamientos aprobados y utilizados, y mientras más pronto es captado el caso son menos las dificultades, y mucho más favorable si se detecta cuando es asintomático porque se le pone tratamiento y se elimina como fuente de infección. En Camagüey, por ejemplo, la letalidad es de 1,4”.
—¿Cómo proceden con quienes se recuperan?
—Son seguidos por un equipo multidisciplinario de especialistas, para buscar las secuelas, si las hay, y el final de la enfermedad que aún no se conoce. Este procedimiento se hace con niños y adultos.
—¿Cree que es importante que quien padeció la COVID-19 lo dé a conocer al médico al padecer alguna otra enfermedad pasado el tiempo?
—Es importante y no solo por el coronavirus SARS-CoV-2. Es vital conocer los antecedentes de las enfermedades anteriores y esta que es aún desconocida más. Para hacer un buen diagnóstico hay que interrogar al paciente y este debe decirlo aunque no se le pregunte, es muy poco el tiempo que llevamos con esta dolencia en el mundo.
“Hay quienes han quedado con fibrosis quística o enfisema pulmonar, pero en el caso de nuestra provincia no es lo que abunda porque los enfermos han sido atendidos con prontitud”.
—¿Por qué tanta intensidad en su transmisión?
—Porque se transmite de manera directa e indirecta. La primera de persona a persona mediante las gotículas respiratorias expelidas al hablar, cantar, toser o estornudar y la indirecta aparece cuando cae en las superficies, las tocamos y nos pasamos las manos por las mucosas, como la boca, la nariz y los ojos.
“La intensidad del contagio del germen del actual coronavirus es inmenso, su poder de difundirse es muy elevado entre las personas. Esas son la razones por las cuales debe mantenerse un distanciamiento entre personas no menor de un metro”.
—¿Qué tiempo permanece el virus en las superficies?
—Depende de la temperatura, la humedad y el medio ambiente, y del tipo de superficie, no hay un tiempo definido, de ahí la importancia de mantenerlas limpias y desinfectadas.
—¿Cuán cierto es que el calor debilita al virus?
—Se ha demostrado que durante el verano no ha sido así, o sea, sobrevivió y ahora llegaremos a la etapa del invierno y esa es su preferida. Ya en Europa se están enfrentando a la segunda ola, una de las características de las pandemias. El virus se controla y baja, y vuelve hacia arriba porque siempre está a la espera de la oportunidad.
—¿Puede definir esa oportunidad?
—La que le damos los humanos. Porque si ya conocemos cuáles son las medidas de protección para evitar el contagio y no las cumplimos ahí encuentra la primera brecha.
—¿Cuál es la posibilidad de reinfección?
—Las enfermedades infecciosas tienen la característica de reinfección; sin embargo, ante la COVID-19 los ha habido a nivel mundial, pero no en cantidades alarmantes, no son comparables con la cantidad de millones de personas que la han padecido —más de 45 millones de contagiados hasta este 30 de octubre.
—¿Qué tipos de inmunidades puede mencionar?
—La de rebaño, aplicada en algunos países y es que cada quien se enfrente a la situación sanitaria a expensas de que su organismo responda favorablemente o no; la que se origina en quien la padece de acuerdo con las defensas de sí mismo; y la vacuna preventiva a personas sanas.
—¿Y mientras esperamos por la vacuna?
—Hasta tanto llegue la tan esperada vacuna estamos expuestos a las olas de contagio; por supuesto, minimizadas si se cumplen con las medidas que conocemos sirven de barrera a la enfermedad.
“La utilización adecuada del nasobuco o mascarilla evita la entrada de las microgotas de saliva, el distanciamiento de no menos de un metro igual y el frecuente lavado de las manos que acaba con el virus y así no lo pasamos a las mucosas ni a la cara, sin olvidar el baño corporal y el lavado de las ropas.
“Si se cumplen estas orientaciones las olas pueden ser tan pequeñas que se evitarían las alarmas y puede llegarse a la vacunación con salud”.
—¿La denominada nueva normalidad se debe a la experiencia adquirida durante estos meses?
—Y a lo sucedido en el mundo. Muy a pesar de ciertos criterios en contra de China, el aporte a la humanidad ha sido grande y si se hubieran seguido las indicaciones sacadas de sus experiencias se habría constreñido un poco esta catástrofe.
“Llevamos siete meses con las actividades socioeconómicas muy limitadas, y en Cuba, como en todos los países que han pasado por esto las economías han decrecido, Es hora de tomar la vida cotidiana con sentido lógico, lo que no podemos dejar de insistir es en qué hacer para evitar el contagio, no abrazarnos ni besarnos, algo que cuesta trabajo en los cubanos, el distanciamiento social como ya mencioné antes, y la higiene.
—Aunque parezca un poco morboso, ¿la COVID-19 tendrá alguna repercusión positiva en la humanidad?
—Ya hay modificaciones, y para bien, como que las personas tengan percepción del riesgo colectivo como nunca antes, hasta requieren a desconocidos cuando andan sin el nasobuco, evitan el acercamiento de otros, la conciencia de colectividad ha aumentado. Desde el punto de vista médico hemos visto que bajaron las enfermedades diarreicas agudas y respiratorias, eso se debe a una mayor higiene.
“Los niños serán adultos que se cuiden más, a la enseñanza escolar se ha sumado como nunca antes la protección humana, incluso desde el círculo infantil, y eso no se olvida. Ellos van a ver como algo natural estas medidas que a nosotros a veces nos parecen exageradas”.
—Si le pregunto como paciente, ¿qué me aconsejaría no olvidar?
—Tener presente que la COVID-19 está, no se ha ido; que ante el más pequeño descuido puede contagiarse, acudir al médico al más mínimo síntoma o si ha estado en contacto con un enfermo, y no olvidar que aún no tenemos la vacuna preventiva.