No ha sido un año fácil para la vida cultural camagüeyana ni cubana. Los apagones prolongados, las limitaciones materiales y una ola de enfermedades que redujo la movilidad y la asistencia a espacios públicos marcaron el ritmo irregular del 2025. Muchas veces la cultura tuvo que replegarse, reinventarse o sobrevivir desde la gestión mínima, el intercambio virtual o el aplazamiento constante. Aun así, no desapareció. Persistió como gesto, como empeño colectivo, como necesidad espiritual frente a un contexto adverso.