Cuando amaneció el pasado 14 de septiembre en la isla japonesa de Okinawa, el mundo despertó con la noticia de que, por primera vez en mucho tiempo, el brazo cubano más dominante en suelo nipón no era de origen pinareño ni tenía el apellido Moinelo o Martínez. En la ceremonia de premiaciones del Campeonato Mundial Juvenil de Béisbol, un camagüeyano hacía historia y era galardonado como el lanzador con mejor promedio de carreras limpias del torneo.