CAMAGÜEY.- La ganadería ha devenido elemento simbólico de la cultura camagüeyana. Siendo esta una zona de vastas llanuras, cuenta con una tradición ganadera de referencia a nivel nacional. Pero el tipo de ganadería que hemos realizado durante varios años, la convencional, ¿es la más adecuada?
Este tipo de sistema está basado en pastos y modelos extensivos con poca diversidad de fauna y flora. El impacto ambiental, la pérdida de la biodiversidad, la disminución de la fertilidad del suelo, la baja productividad de los animales por las condiciones climáticas y escasez de agua, constituyen solo algunos de los puntos en contra de la ganadería tradicional. Por eso, aunque hemos llegado tarde, urge realizar una ganadería sostenible, modelo que hace uso de los sistemas silvopastoriles y es mucho más amigable con el medio ambiente. Por ahora, sostenible1-convencional 0.
Pero para saber cómo continúa esa puntuación, la Doctora Mildrey Soca Pérez, Investigadora Titular de la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey, explica: “La ganadería sostenible es un sistema de producción basado fundamentalmente en el uso de buenas prácticas de manejo, de alimentación, de salud de nuestros animales, cualquiera de las especies que se quiera trabajar. Permite elevar la productividad, hacerla perdurable en el tiempo y sobre todo sin afectar los ecosistemas. Este tipo de ganadería está sustentado en el uso eficiente de los recursos y defiende mucho el término desarrollo local.
“La ganadería sostenible es un sistema de producción basado fundamentalmente en el uso de buenas prácticas de manejo, de alimentación, de salud de nuestros animales, cualquiera de las especies que se quiera trabajar. Permite elevar la productividad, hacerla perdurable en el tiempo y sobre todo sin afectar los ecosistemas. Este tipo de ganadería está sustentado en el uso eficiente de los recursos y defiende mucho el término desarrollo local.
“Sus principios están basados en que sea económicamente viable y ambientalmente racional. Valoriza la bioeconomía circular e incluye la integración de ciclos, como: el uso de bioabonos, la utilización de especies de pastos mejor adaptadas a nuestras condiciones y darle mayor empleo a los árboles. Otro principio es que sea socialmente responsable y que los alimentos tengan una alta calidad. También promueve el diálogo de los saberes tradicionales con los científicos y el liderazgo de productores y productoras. No solo contribuye a la salud del planeta, también al progreso de la familia, agrega Soca Pérez.
Las cercas vivas mantienen un microclima favorable y funcionan como corredores biológicos. Foto: Majo Minatel
En nuestro país la exposición de los animales a la intensidad del sol es muy alta. Esto puede generar estrés térmico en el ganado, lo que a su vez provocará un descenso de la ingesta y el rendimiento. La ganadería sostenible propone sistemas silvopastoriles que favorecerán la salud del animal y del ecosistema. Recuperar esos entornos deforestados toma años, pero es la alternativa que ha quedado.
¿Cuáles son entonces las oportunidades y los obstáculos para aplicar este tipo de ganadería en las fincas camagüeyanas, ya deterioradas por el viejo modelo? Jorge Jesús Pereda Mouso, vicedecano de investigaciones y posgrados de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz, ofrece sus consideraciones al respecto:
“La mayor oportunidad de estos sistemas está relacionada con la creciente demanda de alimentos en el país y la necesidad imperiosa de una mayor producción de leche y carne. Hoy tenemos políticas y leyes como la Ley de soberanía alimentaria y nutricional que promueven modelos agroecológicos para la actividad productiva. Desafíos hay muchos, pero el primero es establecer sistemas integrados entre la ganadería y la agricultura. Se debe diversificar la producción ganadera, con sistemas eficientes económica, ambiental y socialmente. Las inversiones en términos de recursos y las capacitaciones a los productores son fundamentales para lograrlo”.
El uso de energías renovables tiene múltiples beneficios para una finca ganadera. Foto: Majo Minatel
Doraida García Ponce, productora de la finca La Luna en Jimaguayú y Martha Serrano Marrero, de la finca El Brasil, en el mismo municipio, sueñan con la ganadería sostenible y avanzan en consecuencia.
“Nosotros antes en La Luna invertíamos mucho dinero comprando mieles, bagacillo y otros productos para el alimento de los animales. Cuando no podíamos acceder a ellos, simplemente los animales se deprimían muchísimo, e incluso morían por la mala alimentación. Nos dimos cuenta que teníamos que hacer algo, porque la sequía y la escasez de recursos nos golpean muy duro. Por eso comenzamos a sembrar el alimento animal, como caña, King grass, pangola… A partir de esto, los animales han mejorado su salud y las vacas entregan leche de mayor calidad”, comenta Doraida.
“También creamos reservas de agua para la etapa de sequía. Estamos acuartonando los pastos para que se puedan rotar los mismos. Hemos sembrado árboles frutales, con doble propósito: nuestro alimento y la sombra para el ganado. Además, sembramos plantas proteicas alrededor de las cercas vivas”.
Martha también tiene en su finca producción de chivos con el manejo de varias razas, como la Nubia, la Alpina y Saanen. Ella también camina hacia la sostenibilidad de sus sistemas ganaderos.
“Gracias a las capacitaciones que recibimos sobre ganadería sostenible, hemos realizado varias transformaciones como la instalación de energías renovables, el uso de la lombricultura, los microorganismos eficientes, el acuartonamiento, la siembra de cercas vivas y del alimento animal. Ahora estamos enfrascados en construir una tarima para la crianza de los chivos. Estas plataformas los protegen de parásitos y enfermedades y con ellas se puede controlar su alimentación, cuidado de la salud y reproducción. Además, ayuda a reducir la sobreexplotación de pastizales y prevenir la erosión del suelo”.
Martha Serrano, productora de Jimaguayú, pretende ampliar el manejo de razas caprinas en su finca. Foto: Majo Minatel
El chivito de la foto se llama Caproquiño, el favorito en la casa de Martha Serrano, un chivito malcriado y hermoso que trajo de Villa Clara. Lo nombraron así por clara referencia al proyecto CAPROCA, pues Caproquiño es fruto de sus aprendizajes.
“Es nuestro niño de las redes sociales, un chivo de la raza Saanen, originaria de Suiza. Esta raza es una gran productora de leche y con ella pretendemos aumentar la productividad. Hasta el final de la vida esta raza caprina puede dar un promedio de 600-1 000 litros de leche. Fue toda una odisea para traerlo en una guagua, pero el chofer de vez en cuando lo visita y todo, porque ha sido su pasajero más especial. Caproca marcó un antes y un después en nuestro manejo animal y la apuesta por llevar una ganadería amigable con el medio ambiente”, confiesa Martha.
Una ganadería sostenible garantiza un mejor futuro para los sistemas productivos, un espacio verde sin sobreexplotación, con valores socioculturales y económicos, donde la sombra del árbol engorde al ganado.