CAMAGÜEY.- El incremento de casos de embarazadas sospechosas o positivas a la COVID-19 impele al sistema de Salud en la provincia. El diagnóstico de 154 gestantes en el mes de agosto aumentó las tensiones en Zona Roja, y señala como urgencia transformar la compleja situación con la mejor arma terapéutica que sigue siendo la prevención.
Fotos: Alejandro Rodríguez Leiva/ Adelante
Desde la ventana de su habitación en el segundo piso, lo regaña por bajarse el nasobuco al hablar. Está molesto porque no quieren recibir la jaba antes de las 11:00 a.m. A su lado, un señor atiza leña al fuego: “¿Cómo está la comida?”. Ella responde con las manos en forma de círculo estrecho.
Ese hombre puso el carro desde el municipio. Se sabe por la llave con que “limpia” sus dientes. Acaba de merendar y de sugerir para la joven galletas del timbiriche de enfrente.
La escena pasa en la Calle 1ra., a unos pasos de la puerta de metal. Por ahí se accede al Hospital Centenario. Desde el 17 de junio funciona como centro de aislamiento para embarazadas sospechosas y positivas a la COVID-19. Las pacientes pasan pocos días. El personal de Salud sobrelleva los tres meses.
EN ZONA ROJA
Si el hombre de la llave en la boca y el futuro padre intentaran imaginar las historias de quienes atienden a su muchacha enferma, tal vez nos toparíamos una escena diferente. Agradecerían la dicha de contar con el doctor Eduardo Arsenio Rojas Pérez.
Cada día, en el “Centenario” se realiza el pase de visita por parte de Obstetricia y Medicina Interna. De la evaluación integral depende el tratamiento individualizado de las 49 pacientes ubicadas en cuatro salas. En ese equipo participa el clínico Saadi Al-Azzawi Abreu. En la foto vemos al doctor Eduardo Arsenio Rojas Pérez; al lado, Thais Aimee Dip Triana, residente en Obstetricia; y al frente, Zeida Alfonso Maza, licenciada en Enfermería.
—Dicen que está peritado, por tanto, debe cuidar de sí mismo. ¿Hasta dónde es saludable para usted la labor en Zona Roja?
—Es cierto, estoy peritado desde 2018. Trabajar tantas horas de pie me provocó una trombosis venosa profunda, que llevó a un tratamiento quirúrgico. Me limitó a solo ocho horas de trabajo. Aun así, siempre he dado mi disposición. En un primer momento fue con pacientes sospechosas a la COVID-19, antes de estos tres meses en el mismo Hospital Centenario.
El doctor Eduardo se graduó de médico hace 27 años. Cuatro años después se hizo especialista en Ginecobstetricia. Luego sumó el Máster en Atención Integral a la Mujer, la categoría de Profesor Asistente y anda de aspirante a Investigador.
“Los residentes, enfermeras y personal de servicio laboran 24 por 72 horas. Yo estoy como especialista de lunes a sábado durante ocho horas, y los domingos concilio desde la casa para organizar el trabajo del lunes”, añade antes de asegurar el rigor al protegerse. Cada 14 días se les realiza PCR.
—A partir de la COVID-19, ¿qué cambia y qué se mantiene en la atención a la embarazada?
—Se mantienen los protocolos para el seguimiento obstétrico, con cambios en cuanto al manejo de las pacientes, tanto embarazadas como puérperas positivas a la COVID-19. Con el kit de antígeno positivo se ingresa en el “Centenario” para el tratamiento médico y confirmar el diagnóstico mediante el PCR.
—Por lo que ha tratado, ¿a qué atribuye el aumento de casos?
—A la no protección de ellas ni de los integrantes de la familia. Y creo que puede estar relacionado con los casos asintomáticos, sobre todo aquellos con más de 21 días después de la tercera dosis de la vacuna. Por eso aconsejo salir de casa solo a consulta médica programada, con todos los medios de protección. Dentro del hogar se debe usar el nasobuco y mantener el distanciamiento de embarazadas, puérperas y recién nacidos.
GESTIÓN DE HOSPITAL
De mi cabeza no sale el gesto de las manos para sugerir poco alimento. “Ellas reciben la dieta que necesitan, perodicen que no se llenan”, aclara Tatiana Hernández Hernández, subdirectora de Aseguramiento Médico del hospital materno Ana Betancourt. También es madre de un niño de ocho años.
“Tuvimos que limitar el número de camas del ‘Materno’ para crear un centro de aislamiento en el ‘Centenario’. Al principio se trasladaban hasta el hospital Amalia Simoni. Luego se estableció el Cardiocentro del hospital provincial Manuel Ascunce, como una terapia para evolución clínica o situación obstétrica”, precisa.
El incremento de casos durante agosto, procedentes fundamentalmente de Florida y Vertientes, motivó el temor de quedar sin camas suficientes. De ahí la agilidad en la previsión y la búsqueda de soluciones.
“El ‘Centenario’ funciona como un centro dependiente del ‘Materno’. Comenzamos con 41 camas, ampliamos hasta 49, pero ha sido necesario crear otros lugares. En la Escuela de Enfermeras empezamos con 34 capacidades, y debemos llegar a 60. Para lo más complejo disponemos de 28 camas en el Cardiocentro, donde garantizamos ginecobstetras, neonatólogos, intensivistas y residentes, unidos a los especialistas del ‘Provincial’ que trabajan los casos ventilados y críticos”, explica la doctora Tatiana.
En lo más complejo entran las urgencias, las críticas, las neumonías por COVID-19 y los nacimientos de pacientes positivas o afectadas todavía por sus secuelas.
“El reingreso no ha sido lo característico. Sí muchas de las pacientes con evolución tórpida de la enfermedad, que han estado en el Cardiocentro o en la terapia del Hospital Provincial, presentan un cuadro neumónico por secuelas. Cuando están mejor se trasladan hacia acá, pero no ha sido lo típico”, asegura.
La doctora Tatiana es una tunera de 32 años de edad. Se hizo especialista en Farmacología en Camagüey, y aquí se quedó. Desde diciembre funge como subdirectora, y sueña, para cuando sea posible, consagrarse a la docencia. Entretanto padece los males de la indolencia, también pandémica.
“Hemos tenido señoras positivas con bebé de dos años, y ellas embarazadas, a madres con neonatos en brazos. Las fallecidas con COVID-19 y posCOVID-19 nos duelen. Hablo de puérperas que dejan a sus hijos, o que no llegan a conocerlos. Es difícil para las personas que estamos cada día dándolo todo. Las pérdidas para el núcleo familiar muchas veces nunca se superan”, concluye.
VIDA EN NÚMEROS
Según sus cuentas, durante el último trimestre, en el Cardiocentro vieron la luz 35 bebés, de ellos, 32 por cesárea. En ese tiempo, al “Centenario” ingresaron 366 gestantes, y egresaron 328.
A punta de lápiz llevan muchos datos en el Departamento de Registros Médicos del “Materno”, donde puede encontrarse a la doctora Tatiana cuando no se reúne ni supervisa el “Centenario”.
En esa oficina labora Odalys Plaza Luaces, voz esperadísima por sus partes de nacimientos a través de Radio Cadena Agramonte.
“Sí, hemos sentido miedo pero hay que dar las informaciones”, explica la segunda del departamento donde se controla consulta externa, nacimientos, infecciones intrahospitalarias, banco de sangre, transfusiones, codificación (cómo se trata la historia clínica), movimiento hospitalario (ingreso y egreso) y vacunación, entre otros asuntos.
“Ha habido un aumento de la COVID-19 en los partos y en las embarazadas en estos tres meses. Pensemos que más adelante, por las vacunas, sean menos las pacientes con enfermedades. Este es el tiempo de alza de partos, de toda la vida”, cuenta la licenciada en Estadística, con papeles entre manos, de donde saca el registro de cerca de 970 neonatos, nacidos desde junio hasta fi nales de agosto. El promedio al año ronda los 5 000 bebés.
INMERSIÓN EN COMUNIDAD
Nos faltaba una arista por abordar del tema en cuestión, que no está ni en las manos del “Materno” ni del “Centenario”, ni del Cardiocentro. Se trata del principio del problema, allá en la comunidad. ¿Por dónde andan las acciones de prevención? Al respecto comenta el obstetra Jesús Sayú Romero, del Departamento Materno Infantil de la Dirección Provincial de Salud en Camagüey.
“El embarazo es un estado trombótico per se, y además, para aceptarlo la mujer en edad fértil se inmunodeprime. La COVID-19 aprovecha eso, según estudios recientes en células de la placenta. Por otra parte, golpea fuertemente la indisciplina social, la no percepción del riesgo de las familias de las gestantes”.
—En reuniones se dijo que darían Nasalferón a todas e ingresarían en hogares a las que no pudieran mantener distancia en casa, ¿se aplicó?
—Se produjo un levantamiento del total de embarazadas para ofrecer Nasalferón a todas en el tercer trimestre, y a las contactos de casos positivos, sospechosas. No se ingresarán en el hogar bajo ningún concepto. Está protocolizado el ingreso institucional bajo vigilancia de personal sanitario.
—¿Cuál es el protocolo con las embarazadas en la comunidad?
—Está encaminado a la prevención a través de las medidas emergentes. Implica el ingreso de las gestantes contactos de casos positivos, el de todas a partir de las 26 semanas con comorbilidades como hipertensión, diabetes mellitus, asma bronquial, obesas, edades extremas. Además, se cumplió el esquema de vacunación con Abdala. Se realiza tratamiento con antiagregantes plaquetarios como Aspirina de 81 mg, Clopridrogrel de 75 mg, Fraxiheparina y vendas y medias elásticas.
“Durante 2020 ni siquiera hubo maternas graves o críticas por COVID-19. Este año hemos tenido un aumento en las formas graves de la enfermedad desde mediados de junio. Se crearon equipos para la atención a la materna crítica por COVID-19. Muchas veces el resultado no fue satisfactorio, por lo que familias han perdido a un ser querido en este estado de la vida tan esperado. Hacemos un llamado de alerta a la población en edad fértil, a las embarazadas y a las madres con lactantes. Deben extremar las medidas de protección”.
La recomendación del doctor Jesús me devuelve a la mente la escena de la muchacha asomada a la ventana, y de las imprudencias de los dos hombres molestos desde la calle. Ellos, en ningún momento, aplicaron solución de hipoclorito o alcohol a las manos con que bajaban y subían el nasobuco para rezongar o llevarse a la boca la llave del carro.
Moraleja: a parientes incrédulos, embarazadas más recelosas de todos. Desconfíen.