CAMAGÜEY.- Desde su estreno en el 2014 la película Conducta fue un fenómeno de público y crítica. Al defender el valor de la educación y retratar las dificultades que enfrentan hoy alumnos y maestros, el filme demostró la importancia que tiene para niños como Chala una educadora como Carmela.

¿Existen Carmelas en las aulas? ¿Están en las escuelas de conducta? ¿Cómo es el trabajo dentro de estas instituciones docentes? ¿Se logra en realidad cambiar vidas y comportamientos?

El hogar, la escuela, el afecto y el rigor determinan la educación de un niño, pero si en las casas los pequeños no reciben la orientación adecuada, entonces ese rol lo asumirían los maestros. Una suerte de familia suplente que intentará transformarlos en hombres de bien.

Con ese objetivo se crearon en el país las escuelas especiales para niños con trastornos en la conducta. La de Camagüey, llamada Ramiro Guerra, sirve de ejemplo de lo que se hace día a día y desde las aulas, para trastocar esas realidades.

CARMELAS AGRAMONTINAS

Aunque en su natal Santa Cruz del Sur Maira atendía a niños “especiales”, en Camagüey encontró el verdadero sentido de su vida. Su tarea sería apoyar ante la carencia de profesores, una de las mejores decisiones que ha tomado. “Nadie imagina lo que sentimos cuando vemos reflejados en rostros pequeños realidades tan complejas. Las historias son duras, te mueven las emociones y te hacen inventarte maneras de ayudar.

“Para trabajar aquí hace falta un amor infinito por la profesión. Reinsertar a estos jóvenes, más que un propósito, significa una meta personal. Para ellos somos familia y nosotros los queremos como hijos”.

Maira Hernández Corrida, explica que un por ciento alto de los alumnos que llegan al centro proceden de hogares disfuncionales y carecen de atención afectiva. “Atenderlos requiere una preparación constante, pues más que profesores nos convertimos en psicólogos, confidentes, padres...”.

Durante ocho años esta licenciada en Educación Especial formó parte de los 33 docentes de la institución. Ahora cumple otras funciones, pero recuerda que ser maestra de trabajo educativo las 24 horas del día le servían para pensar y aplicar formas efectivas de apego emocional.

Los estudiantes tienen entre 8 y 16 años, edades en que todavía necesitan patrones a seguir. “Acá los alumnos hacen lo mismo que en otras instituciones docentes. Dan sus clases, practican deportes, realizan actividades en el campo, disfrutan de recreaciones sanas por las noches…”.

“Pero orientarlos en cuanto a la comunicación social, comportamientos, conductas y relaciones interpersonales, constituyen elementos esenciales dentro de su formación. Es cierto que a veces no quieren entender, pero ahí reside también nuestra labor”, comentó Magda Ruiz de las Labranderas, otra de las maestras educativas.

FAMILIAS SUPLENTES

Experiencia, paciencia, desinterés, profesionalismo... pudieran ser características básicas del claustro que conforma este tipo de enseñanza.

“Cuando llegué al centro tenía un carácter muy fuerte, el cual tuve que aprender a controlar porque los muchachos estaban ariscos. Estudiar y aprender de cada uno fue mi primera misión, pues con 34 años poca era la experiencia en dichas cuestiones”, apuntó Arlen González Garcell, director.

“Los alumnos, continúa, tienen a su disposición un amplio grupo de profesionales multidisciplinarios en el que se involucran psicólogos, psiquiatras, psicoterapeutas, personal de salud y docentes. Todos garantizan el tratamiento a las necesidades educativas especiales con métodos diferentes, pero efectivos”.

Aplicar un tratamiento educativo basado en estrategias individuales permite, en ocasiones, que los muchachos se sinceren con sus profesores y les confiesen secretos callados por años. “Cuando se llega a ese nivel de confianza, el maestro ha logrado uno de sus principales objetivos”, dice González Garcell.

Esta es una escuela que tiene reglas muy estrictas, las cuales intentan sostener la vida lo más normal que se pueda. Aquí los alumnos reciben los contenidos docentes estipulados por el Ministerio de Educación para la enseñanza general y de oficios, además de insertarlos en la comunidad con los resultados de los talleres polivalentes y círculos de interés.

PADRES

Para Ismael Reyes González, el profe de Matemática y Física, que su hermana lo animara a pasarse por la “Ramiro Guerra” fue el mejor “empujón”. Cuando se graduó de Ingeniero en la Universidad jamás pensó que terminaría ejerciendo el magisterio en una escuela de conducta.

“En el 2010 llegué al centro por primera vez, rememora. Estuve un solo día y ya me gustó. El silencio en los pasillos a pesar de contar con unos 180 muchachos y el reto que suponía cambiar vidas, fueron más que suficientes. Cuando las personas escuchan dónde laboras tienden a asombrarse, incluso hay quien se asusta. Pronto cumpliré una década aquí y aunque se me dan situaciones difíciles en las clases, no me arrepiento.

“Las historias que aquí encuentras, lo que te dicen tus alumnos sobre lo que viven en sus casas... provocan que valores más lo que tienes, te cambian hasta la forma de pensar. Pero eso sí, ayudarlos entonces se vuelve tu prioridad.

“No puedo negar que el trabajo en el aula es muy diferente al de los demás centros de enseñanza. El método va más allá de los contenidos, creamos hábitos de estudio y de conducta y así lograr que aumenten sus rendimientos académicos y varíen su visión de la sociedad”.

No importa si los profes se gastan otros 600 pesos para celebrar cumpleaños como el de Cristopher; o si tienen que ir otra vez al Palacio de los Matrimonios a buscar trajes de quince para bailar un vals; o si deben insistir en las gestiones para lograr el viaje prometido a Birán. Nada se torna imposible cuando la felicidad de un niño depende de su maestro, ese al que un buen día, por equivocación o ilusión, algún muchacho le dice papá.

DICE LA LEY

La Constitución de la República de Cuba plantea en su Artículo 73: La educación es un derecho de todas las personas y responsabilidad del Estado, que garantiza servicios de educación gratuitos, asequibles y de calidad para la formación integral, desde la primera infancia hasta la enseñanza universitaria de posgrado.

El Estado, para hacer efectivo este derecho, establece un amplio sistema de instituciones educacionales en todos los tipos y niveles educativos, que brinda la posibilidad de estudiar en cualquier etapa de la vida de acuerdo a las aptitudes, las exigencias sociales y a las necesidades del desarrollo económico-social del país.

En 1982 se aprobó el Decreto-Ley 64 del sistema para la atención a menores con trastornos de conducta.

Artículo 1: Se crea un Sistema para la atención a las personas menores de 16 años que presenten trastornos de conducta, manifestaciones antisociales, lleguen o no a constituirse en índices significativos de desviación y peligrosidad social, o participen en hechos que la ley tipifique como delitos.

El Sistema tendrá como objetivo la reorientación o reeducación de esos menores, y será regido conjuntamente por los ministerios de Educación y del Interior.

Artículo 16:-El proceso evaluativo a cargo de los centros de diagnóstico y orientación y los centros de evaluación, análisis y orientación de menores comprenderá las actividades fundamentales de investigación y análisis sobre las condiciones familiares y sociales de los menores y las valoraciones de los menores por diferentes especialistas.