CAMAGÜEY.- “Los Grandes Nunca Dicen Adiós”, grita a modo de epitafio una tumba de la necrópolis de Camagüey hace 19 años. Quienes entran por la vía lateral de la parroquia Santo Cristo del Buen Viaje pueden escuchar el silencio que arropa a uno de los hombres más aplaudidos del béisbol en esta provincia.

Precisamente por ese camino entraron hoy decenas de fieles para rendir tributo a Miguel Caldés Luis, quien perdiera la vida en un accidente de tránsito en la noche de Santa Bárbara en el año 2000. La peregrinación, organizada por el movimiento de peñas deportivas de esta provincia, involucró a familiares, amigos, compañeros de equipo y seguidores del béisbol camagüeyano que nunca olvidan al gran campeón olímpico.

Enisia Luis nunca ha estado sola en su dolor.Enisia Luis nunca ha estado sola en su dolor.

Como cada año, la peña deportiva femenina que lleva su nombre en la provincia de Santiago de Cuba, viajó hasta esta ciudad para encabezar la ceremonia junto a sus compañeras de la “Inés Luaces”, peña de la que forma parte Enisia Luis, madre de Caldés.

Inexplicablemente los integrantes de los Toros de la Llanura y las Avispas santiagueras no acompañaron al pueblo en esta especial recordación, que terminó en el lugar que guarda los restos mortales del muchacho de la sonrisa eterna en el cementerio local. Desde allí brotaron lágrimas y aplausos, sentencias de que ese grande nunca dirá adiós.