CAMAGÜEY.- Los Toros de la Llanura necesitaban condimentos extradeportivos que completaran la receta de su gran Serie. Uno de esos ansiados aliños era la mascota, un personaje clave dentro del espectáculo que se esperaba en el “Cándido González”.

Con la aparición de un pintoresco toro, el sábado 21 de septiembre, las gradas del coloso del Casino Campestre cambiaron para siempre. Aunque el disfraz dejaba mucho que desear, en aquel debut quedó claro que el hombre dentro armaba el show en “una cuarta de tierra”.

Luego se conoció el nombre: Fernando, y otro cambio de look para completar la “personalidad” del hombre capaz de levantar a miles de sus asientos con un simple movimiento de batuta. Tiempo después, y con la colaboración de varios integrantes de la Peña Deportiva Camagüey Team, ocurrió la tercera transformación de su imagen, que lo hace más vistoso y ágil. Esa metamorfosis superficial forma parte de otra mayor que lleva cada día a Fernando Santos Cañizares a su nueva casa, donde lo espera un público que ya no se imagina sin él.

Fotos: Alejandro Rodríguez Leiva, Leandro Pérez Pérez y Rodolfo Blanco Cué (ACN)Fotos: Alejandro Rodríguez Leiva, Leandro Pérez Pérez y Rodolfo Blanco Cué (ACN)

“Me presenté a la convocatoria y los funcionarios del Inder me pusieron a prueba en el último juego de la subserie frente a Villa Clara. Después de ese día, decidieron que yo reunía todas las cualidades histriónicas para ser la mascota del equipo”.

A Fernando no le son extraños los gajes de este oficio, pues ha construido una carrera en las tablas que lo ha llevado a ser miembro de la compañía Teatro D’ Luz, perteneciente al Consejo de las Artes Escénicas de Camagüey.

“Comencé a actuar desde pequeño en casas de Cultura y eventos de aficionados, y al tiempo decidí que esa sería mi vida. Estuve con el grupo de teatro La Carreta, donde aprendí de grandes actores de la provincia. Actualmente alterno el teatro dramático y el humor”.

Acentuando sus expresiones burlonas dice ser “de la gran escena”.

“He tenido la suerte de interpretar pequeños papeles en la gran pantalla y en la chica. Actué en las películas Kangamba y El Mayor, en esta última como calesero de Amalia Simoni; en la novela Las huérfanas de la Obra Pía y en la aventura Hermanos. Cada momento lo disfruté y no hay quien me quite de los créditos”, dice a carcajadas.

Su actual personaje exige roce constante con la afición y mucha improvisación, pero también pasó por una “escuela” para eso.

“Durante 16 años integré varias comparsas como bailarín y el grupo de muñecones en nuestras fiestas de San Juan. Esa experiencia me ha servido para la labor de mascota, porque pasé años interactuando con la gente”.

Antes de llegar a la piel del Toro ya se sentía popular, pero confiesa que ahora “es demasiado para mi peso”.

“Nunca pensé que este sería mi personaje más célebre. Muchos se detienen en la calle para saludarme y felicitarme por lo que hago en el estadio. Incluso piden hacerse fotos conmigo sin el disfraz. Eso me encanta y obliga a hacer mejor mis presentaciones en cada juego. He estudiado y visto videos de cómo actúan las mascotas en el mundo para enriquecer el repertorio del Toro de la Llanura. Tengo que desarrollar dinámicas de interacción con el público que creen un ambiente agradable y participativo”.

Le confieso que de solo mirarlo bailar y actuar en el graderío me agoto, pero a mi preocupación él responde con una perfecta sonrisa en su flaquísimo rostro y la afirmación de que no puede evitar su hiperactividad.

“Estoy realizado haciendo esto. Acompañaré al equipo en las buenas y en las malas, como hacía cuando era un aficionado más en las gradas. Sigo a Camagüey desde joven y tengo muy buenos recuerdos apoyándolos en terrenos de todo el país. Solamente he cambiado del rol; y me han modificado hasta el nombre: ahora soy el Toro Fernando”.