El football llegó a Camagüey primero que el fútbol. Si hacemos la traducción exacta el más universal de los deportes se dice balompié en español, por eso cuesta entender que algo que no usa el pie, sino en los saques, y no use un balón, sino un ovoide sea llamado football, para colmo “americano” cuando en el continente se gestó con autenticidad en un solo país llamado Estados Unidos.
Ya sabemos que ellos llaman al balompié como soccer, pero su football americano tiene más del rugby que de goles y chutazos, aunque hay que añadirle gran dosis de contacto físico como si fuera lucha libre. Hoy, cuando luego del impulso del promotor Ángel Carbonell Morales el Agramontinos Rugby Club ganó un centro nacional (en la edición Bayamo 2013) y cuando en el interior de la pista de atletismo entrena otra generación, quisiera apuntar que juegan casi en el mismo lugar donde el pariente “football americano” llegara a nuestra ciudad en el remoto año de 1906.
No son los mismos deportes, pero no hay dudas que son parientes y que este dato es absolutamente inédito, pues los tackles tan lejos de La Habana son más añejos de lo que se suponía y aparece en la poca literatura al respecto. Entre las condicionantes está la segunda intervención, con una mayor oleada de tropas y residentes del vecino norteño, también más turistas en el Hotel Camagüey, más lugareños de retorno universitario, con la garantía de media decena de buques en viaje constante desde Nuevitas, por eso cultura y deporte se reconvirtieron más en “gringos” que en “hispanos”.
Así lucía el Canton, de Ohio, una de las selecciones estadounidenses a principios del siglo XX.No obstante, no fue solo la ocupación, sino que fue el año de la expansión del football-rugby (o como se llame) y en Estados Unidos hubo reformas de reglas con un comité, reuniones entre 28 universidades para crear una asociación, el Tecnológico de Georgia propuso el pase hacia adelante con las manos, limitaron el juego a una hora e incluyeron prohibiciones por rudeza innecesaria. Cuba fue un buen terreno para la experimentación y aunque no prendió tanto como la pelota el camagüeyano Nicolás Adán (apodado “Nick”, según la moda yanqui) trajo los primeros implementos y compinches desde Universidad de La Habana. Los recién llegados tuvieron recepción y reunión en la casa de los Sánchez Miranda y los de casa en otra mansión.
De la universidad procedía el club Varsity (grupo multideportivo que se mantuvo lo menos hasta la década del 40), de Asociación Atlética, el cual contendió con emblema rojo contra el azul Camagüey el 26 de diciembre de 1906, a las 3 de la tarde, dentro de los terrenos del hipódromo. Ese fue el primer partido de su tipo aquí, con victoria contundente 8-0 de los visitantes y cuyos fondos fueron destinados a la reconstrucción de la iglesia de la Merced (afectado por un incendio).
Muy poco o nada sabían nuestros antepasados de este “football”, al extremo de que la cobertura periodística la hizo El Mundo y los reporteros de aquí no supieron reseñar algo más que el abultado listado de señoritingas que tampoco entendían al nuevo sport, pero que acudieron en tropel para cumplir el glamour social. ¿Y quiénes eran los jugadores? Solo conocían a Nick.
Al menos la experiencia fue positiva, y vinieron otros fines de semana con la alternancia con el béisbol, por lo que hubo que explicar un poco eso del campo de 110x55 yardas, con 11 jugadores que intentan avanzar el “huevo” por 10 yardas en tres intentos, o perdían la posesión, hasta unos palos como meta.
Como vemos más que exótico y foráneo esta modalidad comenzó en predios locales incluso primero que el boxeo, y del letargo lo ha sacado su condición de especialidad olímpica, menos violenta que la variante norteña con cascos y hombreras.