CAMAGÜEY.- Me descubro cerrando los ojos mientras manejo la bicicleta eléctrica. Quizás, sin darme cuenta, aproveché el pestañeo para quedarme así durante tres segundos más. El mundo va rápido en la carretera, no tanto cuando estoy sola en casa y llevo varias horas apagada o sin agua. Ayer no fue un buen día. En los últimos meses han sido pocos los días buenos para los camagüeyanos.

20 horas continuas sin fluido eléctrico. Todo el horario diurno sin fluido eléctrico. Desde las 3:00 a.m. hasta las 11:00 p.m. La salida de la unidad 1 de Felton anuncia un nuevo capítulo de un dramatizado que parece interminable. Mientras el país previó un déficit de 1900 mw en el horario pico, el mayor número que marcó el canal de Telegram de la Empresa Eléctrica de Camagüey fue 125 mw, muy por debajo del alcanzado días anteriores, con más de 140 mw, y en ocasiones de 150. Una realidad no correspondida entre la empresa camagüeyana y las calles apagadas de la provincia durante tantas horas.

Si antes este canal, vía más eficaz para ofrecer información a los ciudadanos, publicaba los circuitos afectados, hoy ni siquiera lo hace. Solo brinda la información a nivel de país, el déficit previsto en horarios picos para la provincia, y a cada hora muestra el déficit en tiempo real. Muchas veces, incluso, viendo que los números a nivel de país se reducen un poco en el parte ofrecido cada mañana, el escenario de los camagüeyanos continúa siendo el mismo y hasta se agrava.

Ya ni siquiera nos quejamos de la falta de electricidad. Esperamos con ansiedad la llegada de la corriente y rezamos para que tres horas nos alcancen cuando debemos cocinar, lavar, limpiar, llenar los tanques o planchar la ropa. Y es que la última información ofrecida por la empresa en el mes de mayo con respecto a horarios fue la de 3 horas con electricidad por 9 sin ella; 9 que pueden ser 12, 15 o hasta 20.

Ahora, ¿cuándo serán esas tres horas? No lo sabemos. La empresa “no puede garantizar una planificación de los horarios” por el complejo escenario electroenergético que vive el país, un escenario que viven también las demás provincias que, aunque presenten contextos diferentes organizan por bloques las pocas horas de luz que tendrán sus ciudadanos.

Ya en las páginas de este periódico, hace casi un año, se alertaba sobre la falta de comunicación precisa acerca de los cortes eléctricos que generaban incomodidad y afectaban la calidad de vida de las personas. Además, se advertía sobre el impacto positivo que tendría una planificación en la economía local pues las empresas estatales y no estatales, así como pequeños comerciantes, podrían organizar mejor sus horarios en función de las horas con electricidad.

Hoy, casi un año después, la realidad es la misma, o peor. La situación a nivel de país se agrava. Los cortes eléctricos en la provincia también. La planificación no existe. Y no es capricho exigirla, es un derecho. Un derecho que merece la maestra que no durmió el día anterior, la madre que abanicó a su hijo toda la noche o el estudiante que espera la corriente para terminar sus trabajos de la escuela.

Y cada día se demuestra en la frustración que genera no tener electricidad, el estrés de salir y rogar que no pongan la corriente hasta tu regreso, el temor de quedarte dormido o el insomnio que provoca el no saber.

No saber cuándo lavar, planchar, si debes encender el carbón o no. No saber ya qué cuenta sacar, fallar en cuanta predicción intentas dar acerca de la hora en que debes tener electricidad, salir perdiendo en cualquiera de las combinaciones.

Ni siquiera se exige más corriente, solo se exige el saber y ese es un derecho de cada ciudadano. La falta de transparencia y una comunicación ineficaz no caben en este escenario de carencias y limitaciones donde las personas intentan reconstruirse cada día y continúan trabajando por un país mejor.