CAMAGÜEY.- Cómo explicar que Estados Unidos de Norteamérica, el país promotor de terrorismo, que azuza el crimen, invade países y ampara la organización de magnicidios, culpe a Cuba y a otros países de no colaborar con la lucha del antiterrorismo.

Durante el mandato de Barack Obama se logró, en mayo del 2015, que la Mayor de Las Antillas se excluyera de la lista de países patrocinadores del terrorismo, proceso mediante el cual se eliminó una de las trabas más grandes para la normalización de las relaciones tras más de cinco décadas de enemistad.

Sin embargo, ahora la administración de Donald Trump vuelve a esa maniática y desvergonzada posición, hecha pública ayer por su gobierno, lista negra que anualmente elaboraba el Departamento de Estado desde 1982.

Todo parece indicar que sus tanques pensantes y asesores de pacotilla no conocen el significado de la palabra terrorismo y buscan condenar a las naciones que propenden el bien de sus pueblos, sin injerencia en las políticas internas de otros estados.

En lo que corresponde a Cuba nada más lejos de que aplique una forma violenta de lucha política, mediante la cual se persigue –y eso si lo hace USA—de destruir el orden establecido y crear un clima de tensión, de inseguridad, susceptible de intimidar a los adversarios o al pueblo en general.

Lo que sucede en esta pequeña isla, de poco más de 11 millones de habitantes, es que la inmensa mayoría de su pueblo no se amilana ante la barbarie imperial aplicada durante más de seis décadas: invasión, sabotajes, guerra bacteriológica, económica, sicológica y de tratar de rendirlo por enfermedades y hambre.

No es Cuba, es Estados Unidos el que trata de infundir terror, con una sucesión de actos de violencia, de acoso a la economía, impide que llegue combustible al país e incluye en una lista negra a compañías que comercializan con el país. ¿Cómo se llama ese engendro?

En una recientes declaraciones con el diario británico The Guardian, el politólogo norteamericano Noam Chomsky culpó a Trump de matar a miles de estadounidenses con el objetivo ulterior de buscar más beneficio electoral y de recortar los fondos destinados a la atención sanitaria y a las investigaciones sobre las enfermedades infecciosas, como la COVID-19 en beneficio de corporaciones privadas.

Como para el inquilino de la Casa Blanca el ser humano no tiene valor, constituye un cero a la izquierda, subestimó la pandemia y actualmente reporta un millón 38 mil personas contagiadas con el virus y supera los 84 000 fallecidos, a solo unas 9 000 de la suma total de muertos en las guerras de Estados Unidos contra Viet Nam y Corea que duraron varios años.

La administración de Trump no puede ser más desvergonzada y lo demuestra el hecho de la tolerancia asumida con el grave acto terrorista, cometido contra la misión diplomática cubana en Washington, denunciado a todo el mundo por las autoridades de la isla.

“No es terrorismo lo promovido contra nuestros médicos en Bolivia y la permanente blasfemia de Pompeo hacia los médicos, enfermeras y demás personal que reparte salud en el mundo?

En la meca del terrorismo, en Estados Unidos, habrá ignorantes que secunden a Trump, pero llegará el despertar de una conciencia nacional entre los estadounidenses para poner fin a tanta maldad.