CAMAGÜEY.- En el aniversario 184 del natalicio del Mayor General Ignacio Agramonte Loynaz (1841-1873), el pueblo camagüeyano rindió homenaje hoy a quien se convirtiera en símbolo de dignidad, valor y amor para los cubanos.

Así lo reconoció Mailén Fernández Morejón, jefa del Departamento de Historia de la Universidad de Camagüey, al afirmar que su figura trasciende los libros para encarnarse en el corazón de la nación.

Desde su cuna aristócrata, dijo, supo escoger el camino difícil y justo, al entregar sus comodidades y fortuna al servicio de la Revolución.

De él destacó su liderazgo en la Asamblea de Guáimaro (1869), al demostrar que la guerra por la independencia constituía, también, un proyecto de nación civilista.

Al mando de su temible caballería, señaló, el audaz estratega se convirtió en el azote de las tropas coloniales españolas y en cada carga al machete estaba presente la convicción de que no se pacta con los enemigos.

Su caída en Jimaguayú, aseveró, cortó una vida, pero inició una leyenda inmortal, pues su luz, con fuerza renovada, continúa guiando el camino de la patria que ayudó a soñar y por la que ofrendó su vida.

Inspirados en su ejemplo, los agramontinos peregrinaron, bajo la lluvia, desde la Casa Natal de Ignacio Agramonte hasta el céntrico parque que lleva su nombre, donde Roberto Conde Silverio, miembro del Buró Provincial del Partido Comunista de Cuba que atiende la esfera política-ideológica, y Yennis León Mayedo, vicegobernador en la provincia, depositaron una ofrenda floral en honor al insigne patriota camagüeyano.