CAMAGÜEY.-Una de las mayores aspiraciones para un artista es lograr una obra con personalidad. Si se trata de un pintor que representa tradiciones y simbolismos, como si viviera en él un juglar enamorado, entonces sus creaciones tendrán el don de hablarnos en silencio. Hasta esos niveles llega el quehacer del vertientino Rodrick Dixon Gently, poseedor de un estilo particular donde habita su alma entera.
De Jamaica le viene la inspiración contenida en sus cuadros. Sobre el lienzo tiende una sábana de rojos, grises, amarillos y azules, que matizan el mundo de los Doopys, protagonistas de sus paisajes de ensueño. Esos seres, que él representa con ojos alargados, bocas pequeñas y finas narices, más que un sello, significan una forma de resistencia de una cultura, y de sus esencias.
“Supe de los Doopys por las leyendas del Caribe, especialmente de Jamaica, que mis padres me contaban cuando pequeño. Ellos son fantasmas basados en personajes reales o ficticios, que recrean una historia o un mito. La temática me gustó e hice una investigación profunda del tema. A partir de allí empezó mi obra. Por aquellas fechas tendría unos 42 años.
"Como estas anécdotas eran transmitidas de manera oral, y la mayoría de quienes las narraban han muerto, las nuevas generaciones conocen bien poco de esta temática por la escasa información y bibliografía que habla de eso”. No obstante, sus misterios son reanimados por el pincel de Dixon.
Para lograr un espíritu de resistencia ante el implacable tiempo, y una estética que acoplara su imaginario, el autor tuvo dos grandes paradigmas: “Han sido referentes para mí los trabajos de Mendive, atractivos por sus fuertes vínculos con lo afrocubano y las tonalidades que les imprime. Del bielorruso Marc Chagall utilizo mucho el estado levitativo que él, de forma alegórica, confirió a algunos de sus personajes. Con la mezcla de tales influencias conformé mi propio camino artístico”.
Uno de los encantos de la pintura de Rodrick, y que la asemejan a él, es su optimismo. Tanto hombres como mujeres gravitan sobre un campo, una ciudad, o un espacio indefinido. El separar los pies del suelo se traduce, la mayoría de las veces, en un instante de alegría, en “la perdurabilidad de un árbol genealógico, la buena educación, la ternura, el amor o el tributo a la unión familiar”.
La etapa como profesor de la escuela de arte Vicentina de la Torre, desde 1972 hasta el 2017, lo hizo madurar. “Siempre me mantuve allí como docente, y aunque estuve fuera por cuatro años, me volví a incorporar. El alumnado me hizo crecer y guardo esa época con mucho cariño. Cada vez que uno de mis estudiantes obtiene un premio, me lleno de orgullo”. Luego de jubilarse, dedica las horas necesarias al enriquecimiento de su obra, a los motivos que lo elevan.
“En el 2020 quiero trasladar mis trabajos, también, al grabado. Esa es una técnica que aportará nuevas características al discurso que deseo conseguir. Quiero, de igual manera, incursionar más en la cerámica. Hace poco participé como invitado en una exposición organizada en Francia, y presenté cinco piezas elaboradas en barro. Y me gustó ver a los Doopys en una perspectiva tridimensional.
"Continuaré en mi vivienda, situada en Vertientes, la peña El patio de Dixon, a la que acuden gente de la tercera edad. Los asistentes conversan de música, baile, teatro… generamos un ambiente favorable al debate. En cada espacio, escogemos un color para desarrollar la actividad a partir de él. A finales del presente mes, le tocará al rosado”.
Casi cinco décadas han transcurrido desde que Rodrick inició sus andares por los senderos de la plástica. Como un justo agasajo a su producción indispensable, para la cultura de Camagüey y del país, el Consejo de las Artes Plásticas en la provincia le entregó la Distinción Fidelio Ponce de León, dentro del marco del evento que tiene igual nombre. “Agradezco a mi madre, a mi esposa, y a quienes me han tendido la mano para ascender a este importante escalón”. No borra la sonrisa del rostro. Sus expresiones no pierden la sencillez. La voz: reposada y dulce. Claro, por eso de tal obra...