CAMAGÜEY.- El grupo vocal Desandann celebró su cumpleaños 30 y pudo regalarse gratos momentos junto a colegas, amigos y admiradores de la calidad interpretativa y el portento de los once integrantes. Ya no es la agrupación de los inicios, hay nuevos rostros en el elenco, pero mantiene la autenticidad y cuenta con el abrazo de grandes maestros como Modesto Conrado Monier Ribeaux.

Invitado a la celebración viajó desde su natal Guantánamo, y ha intentado pasar como en silencio, observador, y a ratos sonriente por las ocurrencias en escena de las actuales lideresas y la complicidad de un público dispuesto a expresar las emociones estimuladas por cada canción, aunque de la letra dicha en creole no entienda ni una palabra.

Camagüey supo de la presencia de Conrado Monier, la tarde del viernes cuando llegó a la peña mensual de Desandann en el Cine Encanto, junto al grupo de funcionarios en roles de diplomacia porque por la misma razón arribó a la ciudad desde otro extremo de la isla la señora Regine Lamur, Embajadora de Haití en Cuba.

Dos días después, Monier y Lamur aplaudieron desde el mismo palco el concierto de aniversario en el Teatro Principal, pero a diferencia del vínculo simbólico con la excelentísima Regine, el lazo con nuestro modesto Conrado tiene una hondura especial por ser uno de los arreglistas históricos del proyecto fundado el cuatro de marzo de 1994 por Emilia Díaz Chávez a partir de la idea de Teresa Romero Miranda.

En el cine, el Coro Profesional de Camagüey, donde canta la mayoría de músicos de Desandann, interpretó la versión de Monier sobre el poema Mulata, de Nicolás Guillén. Él ha hecho composiciones de varias obras del Poeta Nacional de Cuba, nacido en esta tierra. De sus arreglos a canciones con motivos de la cultura haitiana el coro de descendientes hizo el domingo en el teatro Minis Azaka, Mesi Bondye y Kote Moun yo. Esta última dispone desde diciembre de un videoclip dirigido por Oscar Alejandro Viñas.

¿Cómo surgió el vínculo con Desandann?

─Soy un colaborador muy estrecho con la antigua directora Emilia Díaz Chávez. Estudiamos juntos en la Escuela Nacional de Arte, y Teresita Romero también. Desde los inicios me pidieron trabajos corales, por eso me consideran fundador.

A mí me parece valioso el arte que cultivan, aunque no sea lo más favorecido por el contexto ni el mercado. ¿Qué lo motiva a seguir?

─Vengo de escuelas de arte. Desde la primaria hasta el preuniversitario he estudiado música. No soy director de coro ni me considero pedagogo. Yo soy saxofonista. Canté 24 años ininterrumpidos en coro y gracias a eso me interesé por el trabajo coral cubano. Mis apellidos son franceses, pero no tengo nada que ver con Haití, en raíces sí, pero no sé hablar creole. Mi papá sí lo habló. De ahí viene esa vinculación con la parte de rescatar y de reanimar nuestro folclor.

¿Entonces no es descendiente de haitianos?

─No, yo pienso que la descendencia llega hasta mi papá. Lo considero así, a lo mejor es un error. Cuando Desandann me habló de hacer el trabajo le pedí la traducción. Así pude interpretar qué quiere decir para poder hacerle los adornos, el relleno a lo vocal. Es un trabajo interesante porque es sencillo y justo ahí es donde viene lo difícil: en lo sencillo tratar de hacer lo más lindo posible y utilizar pinceladas de la música contemporánea del jazz en la música haitiana.

¿Cómo se explica la conexión del público con un grupo que le habla en un idioma que no entiende, sin embargo recibe, disfruta y devuelve buenas vibras a los músicos?

─En la música no importa el idioma… Llega a las personas y como se interpreta es el éxito de la puesta en escena. Yo nunca había escuchado este tipo de agrupación coral en creole, fue un experimento y creo que me salió. En el concierto hubo tres temas míos.

En la peña tanto el Coro Profesional como Desandann al interpretar sus arreglos, lo miraban con un respeto enorme y con el temor de fallarle, aunque usted se llame y se proyecte bien Modesto.

─Me dicen que le hago honor a mi nombre, aunque no me gusta, pero pienso que la humildad y la modestia son muy importantes para lograr muchas cosas. No soporto la vanidad. Usted me ve así, muy sencillo, y dicen ellos, dice la historia que soy un grande de la música, a lo mejor parece que sí.

Hablamos de algo específico de Desandann, de los colores de sus voces…

─A Marcelo Andrés e Irian Rondón los vi pero no los recuerdo mucho, sí recuerdo bien a Emilia, a Teresita y a Marina porque están mucho más cerca de mí. Una hermana de Marina estuvo en Guantánamo y trabajó en mi agrupación musical. Con Emilia y Teresita coincidí en la Escuela Nacional de Arte. Por ahí viene la compenetración.

“Tienen un trabajo fuerte porque como pertenecen al Coro Profesional de Camagüey llevan una técnica coral parecida al plano del folclor haitiano y creo que así han logrado muy bien el acabado artístico que lleva esa música, la han dignificado muy bien perfectamente”.

Si tuviera que dar una calificación de la tarde noche de la peña y del concierto, ¿qué diría el maestro Conrado Monier?

─Que ha sido algo excelente, gratificante y para mí honorífico que me hayan invitado y yo haya podido venir para compartir con ellos. He recibido un excelente trabajo musical.

¿Dónde encontrar las voces hoy?

─Esas voces salen naturalmente, por ejemplo yo canté en coro y no soy cantante, no soy solista. Esas voces nacen, se dan naturales. Dicen que en Cuba todo el mundo canta, es cierto, pero no todo el mundo canta bien. Eso en el mundo requiere trabajo técnico, desde las escuelas de primaria se da música, se da arte, y por ahí viene la formación de los cantantes en el mundo. Aquí no se da eso, entonces hay muy pocas voces con calidad, aunque se ha evolucionado, se ha dignificado, se ha mejorado la forma de cantar y de decir con la técnica, con los adelantos científicos.

En el caso de Desandann es una herencia de familia…

─Sí, es hereditario. En Holguín tengo dos hermanas y tres sobrinos y tienen un grupo que se llama Vocal Monier. Ahí está mi hija también. Es mucho más dúctil con el aspecto familiar hereditario que al formar otra persona.

Maestro de Juventudes, hace un momento dijo que no se considera pedagogo, pero no da la espalda al aula, ¿por qué?

─ No he podido soltar la tiza. Desde que me gradué he tenido que impartir clases de saxofón primero. Como había pocos alumnos yo tenía que cubrir el fondo de tiempo como otras asignaturas, lo hice con el solfeo. También imparto contrapunto y fuga en nivel medio de Guantánamo, armonía. Al Conservatorio Esteban Salas de Santiago voy cada 15 días.

Entonces comparte la creación con la docencia. ¿Qué ha sido de su agrupación?

─Mantengo mi agrupación popular. Se llama Sugerencia. Hace poco acompañamos a Virginia la Guantanamera. Anteriormente hacía los festivales internacionales de tríos, el Festival de Boleros, concursos…

Y además del lazo con Desandann, ¿algún otro pretexto para volver a Camagüey?

─Es la segunda vez que vengo a Camagüey. Vine en la década del '90 porque como saxofonista pertenezco a los tribunales nacionales de evaluación. En aquel momento me tocó evaluar a la Maravilla de Florida, a la Jazz Band, entre otras. Los coros no me tocaban, pero ya puedo ejercer. He tenido compatriotas estudiantes y hemos mantenido la amistad, por ejemplo con Mario Lombida y Aymée Prieto que residen en La Habana. Conocí a José Armando Guzmán “Pototo”, quien dirigió la Orquesta Moderna; a Jorge Luis Almeida, director del Quinteto de Saxofones de La Habana, a Germán Velazco. Soy de esa generación, aunque ellos son mayores que yo. Me gusta Camagüey.