CAMAGÜEY.- La edición XVI del Festival Nacional de Rock Sonidos de la Ciudad, culminado en la noche de ayer, dejó una certeza: tiene hacedores de valía y un público exigente de la escena en Cuba.
Los propios participantes de varias provincias -Sancti Spíritus, Santiago de Cuba, Santa Clara, La Habana, Holguín y Camagüey- confirmaron que este sigue siendo uno de los tres eventos más importantes del país, junto al Metal HG de Holguín, y al Ciudad Metal, de Santa Clara.
El programa conjugó conciertos al aire libre en el Casino Campestre -el mayor parque urbano de Cuba-, conversatorios y la Carpa Tatoo, un proyecto promotor de la práctica del tatuaje como expresión artística.
Los dos temas más debatidos fueron la promoción y la producción de este tipo de festival, que debe entrañar estudios de públicos, y la apertura a subgéneros diferentes del amplio espectro del rock and roll. Lo anterior constituye desde ediciones anteriores uno de los señalamientos al Sonidos de la Ciudad, pues se critica su perfil exclusivo para el metal que ha ido en detrimento de la audiencia.
Como dijo uno de los participantes, los organizadores no deben temer a la variedad, porque eso evitaría las noches planas, y es algo posible, como ha demostrado Holguín con los conciertos de rock sinfónico.
En cuanto a la visibilidad, los autodenominados “frikis” reconocieron las posibilidades de promoción en las redes sociales y lo idóneo de los fanzines digitales, insuficientemente exploradas y aprovechadas por ellos.
A propósito de lo anterior, también convendrían conversatorios que vayan más allá de lo logístico y profundicen en las experiencias creativas de las bandas, como argumentos imprescindibles para la valorización de sus propuestas, el aporte a la escena actual y el ejercicio de la crítica musical al que se aspira.
Culmina el festival Sonidos de la Ciudad, con más desafíos que en sus inicios, porque de los artistas de hoy depende la continuidad de un gusto una identidad sonora, marginada durante demasiado tiempo.
Muchos de los maestros, de la autotitulada vieja guardia, siguen al lado de la Asociación Hermanos Saíz, y mantienen sus esperanzas por el futuro de una escena consecuente con el pasado y con el sabor del rock and roll hecho en Cuba.