CAMAGÜEY.- ¡El primer gol tiene que anotarlo una niña!, propuso Adonis al mediador, y el resto estuvo de acuerdo. El pequeño del reparto Albaisa se enfrenta a una nueva modalidad de fútbol que tiene como premisa proveer a participantes y espectadores habilidades y conocimientos para el desarrollo social y cultural.
Otra vez el Proyecto Fútbol en los Barrios, un Fenómeno Social, apuesta por la formación integral de los infantes y jóvenes a través de la práctica deportiva, ahora con una herramienta de futuro: el fútbol 3.
Se trata de un formato inspirado en el balompié callejero, pero que toma como premisas el juego limpio, la equidad y el consenso. Cada juego consta de tres momentos importantes: debate previo, partido y análisis de lo logrado.
En la primera parte el mediador, que en la experiencia camagüeyana serán los profesores de cada área, modera el acuerdo de las reglas para conseguir objetivos de integración, justicia y éxito colectivo. Luego, sobre la cancha, los equipos, que no deben exceder los siete jugadores, tratarán de cumplir lo establecido durante 10 o 20 minutos sin la participación de árbitros, pues lo más importante es que todos reconozcan la importancia del respeto y el juego limpio. Tras el silbatazo final se define el ganador, no siempre coincidiendo con el conjunto que más goles anotó, pues la puntuación depende del cumplimiento de los desafíos pactados. Del debate de cada detalle saldrá el resultado, en el que todos los participantes deben sentirse triunfadores.
La Gloria del Deporte Cubano Armando Cruz Guillén, director del proyecto, ofreció un taller introductorio a los representantes de las contrapartes involucradas: entrenadores, padres, y una pequeña representación de los 1 000 niñas y niños que atienden en la ciudad de Camagüey.
Adonis y su mamá entendieron que “sobre la cancha no hay rivales” y “el triunfo debe ser fruto del sacrificio colectivo”. Según Cruz, exfutbolista de la selección nacional, “la acción se desarrollará en cualquier lugar donde puedan correr y aprender. Incluso, vale en calles o parques, donde establecerán retos o reglas enfocados en respetar las leyes del tránsito o en cuidar del patrimonio de nuestra ciudad. Buscaremos formarles conciencia sobre los problemas sociales que nos afectan sin que dejen de divertirse”.
Así ha comenzado la expansión de una herramienta que toma como pretexto un balón y dos porterías para crear habilidades de comunicación, de solución de conflictos y rendición de cuentas. Del juego podrían salir jóvenes justos, responsables y empoderados para la Cuba del futuro.