CAMAGÜEY.- “... para formar esas futuras generaciones, lo esencial es la semilla, lo esencial es el maestro”. Se leía a Fidel al fondo mientras el protocolo les repartía las fértiles andadas. Como si fuera posible en una mañana contar en primera persona las bonanzas de otros, los suspiros vitales.
Mas el de este jueves 15 de diciembre fue un buen intento. El encuentro entre las voluntades más canosas y las raíces que ahora germinan enseñó mucho más allá de las metodologías educativas que aconseja la ciencia.
En la Escuela Pedagógica Nicolás Guillén Batista de esta ciudad ocurrió la “siembra”: hasta allí acudieron alfabetizadores, maestros voluntarios, makarenkos, de los destacamentos pedagógicos Manuel Ascunce y del Che Guevara, y jóvenes graduados para “repartir” a los educadores del mañana desbordes que aún llenan. Ya se sabe cuánto determina la suficiencia del riego en el rendimiento de la cosecha.
La aspereza de los callos de sus primeros estudiantes no impidió que Argentina Morán ablandara las intransigencias. “Éramos unos niños cuando el Comandante nos convocó a erradicar la ignorancia en nuestro país; imagínense cómo era el apego a la casa, nunca nos habíamos separado de la saya de mamá y el pantalón de papá. Pero nos hizo fuertes el deseo de llevar la enseñanza a todos los rincones”.
En el barrio Las Charcas, allá por Jatibonico, Argentina mojó para siempre el tronco que le sostuvo la vocación.
Quizás por eso de los orgullos limpios que se escurren de los sudores, como el de aquella carta a Fidel que le brotó al alumno calloso y que le sigue aclarando la mirada azul. “El trabajo recompensado no duele, ¿verdad?”, sondeó en el auditorio. No Argentina, no, alivia...
A Varadero quiso ir Ángel Peláez Geijo a jugar de maestro, y allí también hizo de guerrero. En Matanzas le tocó la preparación de la Campaña, como miembro de la Comisión Nacional de Alfabetización, cuando algunos quisieron que Playa Girón desgarrara a Cuba.
“La amenaza era inminente, recuerdo que pasaban los barcos mercenarios advirtiendo que no quedara nadie en el sitio; todos nos quedamos. Continuamos nuestra preparación. Fue la mayor prueba de firmeza de los muchachos”.
En esas certidumbres ve Ángel la génesis del cultivo perenne que es la Revolución: “de la Campaña y todo lo que ella probó nos nacieron todas las conquistas que tenemos”.
Para Cayo Coco salió en camión Sara Ramos Riverón un 31 de diciembre a las doce de la noche luego de cantar el himno nacional, y con brazalete de tinajón para gritar la identidad, la estirpe.
Allí pasó hambre, hizo carbón para poder comer, allí comenzaron los remiendos de su espíritu --justo como le sucede cuando tiene algo que enseñar--; pero todo junto fue el mejor de los buffets.
De esos banquetes no olvida una receta entrañable, un pálpito-símbolo que un guajiro le grabó hasta hoy, y de memoria la dicta:
Ya la brigada en cuestión/ ha llegado a su destino/ y yo le pido al Divino,/ que todo lo puede hacer, / mucha salud pa' Fidel/ en nombre del campesino.
Otros son los alumnos de Yasmany Sian O´farril. Hace solo unos pocos meses que trocó el pupitre por la pizarra y el plan de clases. Fue el mejor graduado de la “Nicolás Guillén” en el período 2015-2016. Y ya imparte Matemática, Geografía y Ciencias Naturales en la Escuela Primaria Rafael María de Mendive.
Le queda tiempo además para su licenciatura y para la preparación como reserva especial de la directora municipal de Educación. Lo de Yasmany parece que es aptitud más que opción de boleta. Cuenta cómo el sonido de su “primer” maestro le torció el nombre y el pulso.
Él ya es otro y el mismo. Sabe que sus señas estarán irremediablemente en la superación cotidiana, en la búsqueda eterna de “su mejor clase”. Esas “ambiciones” ennoblecen, compulsan a la integridad.
“Yo tengo que ir a cumplir con Fidel y con mi Patria”, fue el único argumento que Carmen Fernández Ruiz dio a su mamá. Así tan chiquitica y enérgica como fue a los 14 y hoy a los 70. Y la convenció, y le llenó la planilla de aprobación para marchar a la Sierra Maestra a graduarse de Makarenka.
Construyó barracas para armar las aulas. Celebró sus 15 con una fogata en San Lorenzo. Alfabetizó conocimientos y porfías. Compartió Plaza con Yuri Gagarin el 26 de julio de 1961. Participó en la limpia del Escambray.
Así tan chiquitica y enérgica como fue a los 14 y hoy a los 70. Porque así se escribe su vida, como un circuito ascendente que le eleva y le reafirma los argumentos. Por eso le cumplió a Fidel en aquel entonces, por eso le sigue cumpliendo, ahora en poesía...
A FIDEL
Mi Comandante Fidel
Te fuiste físicamente
Pero los educadores
Desde la sierra hasta el llano
Te seguiremos honrando
Teniendo siempre presente
Tu ejemplo y tu patria o muerte.
Hombre de talla mundial,
Fuerte como el Caguairán
Ha sido un faro de luz
Que nunca se apagará
Y la batalla de ideas
Por siempre perdurará.
Hombre sencillo y audaz
Cargado de dignidad
Por ti disfrutamos paz
Y también la libertad
Y por todas tus hazañas
De patria y humanidad
Que se hicieron realidad,
Te declaramos por siempre:
PREMIO NOBEL DE LA PAZ
Sigues estando presente
En todas nuestras acciones,
Tus discursos, reflexiones
Educarán día tras día
Al pueblo, a la juventud
Por tus dotes de maestro
Unido a tu gran virtud
De ser permanente guía
Serán camino a seguir
Para por siempre decir:
¡COMANDANTE EN JEFE, ORDENE!