CAMAGÜEY.-Con el propósito de reanimar los espacios verdes de los litorales en la nación e instruir a los habitantes, en su cuidado y sostenibilidad, se implementa el proyecto internacional Resiliencia costera al cambio climático en Cuba, a través de la adaptación basada en ecosistemas, que ocupa el área más extensa de intervención en el territorio de Camagüey.

La coordinadora general de la iniciativa, en la provincia, Katina Gil Vázquez, declaró a Adelante Digital que “fueron escogidos dos tramos que cubren 1300 km, para esa rehabilitación natural. El primero se ubica en La Coloma y en el Surgidero de Batabanó, en el Occidente, y el segundo está enclavado en la región centroriental, en Júcaro, Manzanillo, Playa Forida y Playa Bonita, las dos últimas pertenecientes a nuestra demarcación.

Comentó la también especialista superior para las ciencias en control de políticas del Ministerio de Ciencia, Tecnología y medio Ambiente (Citma), institución rectora en el país de este programa, que para restaurar el nexo y las funcionalidades del entorno marino y costero, en particular de los humedales, pastos, y arrecifes coralinos, se prevé, entre otras acciones, la medición del estado de la salinidad y la creación de viveros, por el Grupo Empresarial Agroforestal, destinados a reforestación del manglar, barrera natural eficaz para reducir el impacto del aumento del nivel del mar.

Además del enfoque medioambiental, se promueve la salvaguarda social a través de la divulgación del conocimiento y de la información oportuna. “Tenemos estructurado un plan de comunicación con líderes formales e informales de las comunidades para saber sus necesidades relacionadas con las prácticas y manejos de los ecosistemas, y a la vez los instruimos sobre las estrategias que implementaremos con Mi costa, como le llamamos a esta ambiciosa empresa”, dijo Gil Vázquez.

En tal mismo sentido, contribuyen al aprendizaje los Centros de Creación de Capacidades, insertados en Playa Bonita, en Santa Cruz del Sur, y Playa Florida, en el municipio de igual nombre, en Vertientes, y las aulas anexas. Apuntó Katrina, que en el caso de esos últimos locales “son recibidos y formados los moradores costeros, sin ningún tipo de límites. Los preparamos con nuestro personal y allí tienen acceso a datos de interés, ubicados en la plataforma de almacenamiento, la nube”.

Las labores, que se extenderán por 30 años, con ocho de intervención y 22 de sostenibilidad, significarán un freno y mitigación a los flagelos más comunes en estas zonas extremas de la geografía, evidenciados en el blanqueamiento y degradación de los arrecifes de coral, la alteración de los flujos hidrológicos naturales, la presencia de especies invasoras, la contaminación del agua, la destrucción de los hábitats, la huella de los huracanes y el aumento de las temperaturas del agua en la superficie.

Mi costa, está financiado por el Fondo Verde del Clima (GCF, por sus siglas en inglés), representado en Cuba por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. En él se imbrican diversas instituciones como el Citma, el Ministerio de la Agricultura, el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, el de Ciencias del Mar, el Centro de Investigaciones de Medio Ambiente en Camagüey y la Agencia de Medio Ambiente.

Prevé, entre sus pautas, la aplicación de las actividades con un enfoque de género y el fortalecimiento, en general, de la adaptación de los pobladores de las márgenes, los sectores y los marcos de planificación nacional, con la misión de recuperar la naturaleza, principal fuente de los bienes y servicios de los que allí conviven.