CAMAGÜEY.- Suena el Himno Nacional en todo el cementerio camagüeyano. Retumba en los oídos para que nadie olvide, para que nadie se mantenga pasivo mientras haya un muerto que recordar. Unos sujetan con fuerza la flor que trajeron de casa; otros lloran; algunos se cubren la frente por el resplandor que toca el mármol. Pero esta escena de sublime honor comenzó un poco antes.

Es que hoy Camagüey se levantó más temprano, la Banda de Música sonó más solemne, los estudiantes eran un poco menos rebeldes y el sol se demoró, para homenajear a Antonio Maceo en el aniversario 125 de su caída en combate y a los héroes internacionalistas, a 32 años de la Operación Tributo.

La ceremonia comenzó en la Plaza que lleva el nombre del Titán de Bronce, mediante una ofrenda floral en la estatua del que llevara tanta fuerza en la mente como en el brazo. El pueblo, con las máximas autoridades de la provincia en la primera fila, caminó hacia la ciudad de los muertos, en peregrinación a los que dieron su vida en tierras africanas.

Al Panteón de los caídos por la Defensa, lo acompañaba un contraluz que no dejaba mirar sin encandilarse y que ponía a prueba a los fotógrafos. Quizás, era la luz de los héroes que deslumbra demasiado. Quizás, era el combatiente acompañando a su hija, a su hermano, a su esposa. Quizás, eran los caídos que al final nunca cayeron y estaban allí, consolando a los tristes e iluminando a los valientes. Tal vez aquella luz era Maceo, que tampoco cayó y peregrinó hoy con los camagüeyanos.

Una muchacha coloca una rosa roja y reza frente a uno de los nombres escritos en bronce; una señora acomoda el ramo con detalle; un hombre deja la mano sobre la losa y baja la cabeza, como si 32 años no fueran nada, como si ese hermano estuviera vivo de nuevo, jugando a los soldados en casa, como si reviviera el momento en que le dijo: me voy a otra tierra a luchar.

Siete es un número sagrado y místico para la numerología. Esta vez siete días de diciembre representan tanto lo que somos, tanto como el rostro mulato de Maceo, tanto como el valor de dar la vida por la humanidad.