CAMAGÜEY.- Como verdaderos guardianes que merecen los honores tras una dura contienda, los 313 reservistas que formaron parte de la Operación Salud fueron reconocidos en la Plaza de la Revolución de esta ciudad, como parte de la conclusión de esa campaña, destinada al control de los vectores en la región.
Ni el fuerte sol matinal ni la espera momentánea disuadía a la tropa. Ellos se sabían seguros de haber cumplido su misión y hasta el final permanecieron en sus puestos, formados y con el mismo ímpetu que transmitían al pueblo mientras cumplían con su deber.
Tras la orden de “¡firmes!” del superior, los soldados de la salud acataron la orden como dispuestos a vestir de nuevo el verde olivo, como dispuestos a continuar la estrategia y, armados de con las bazucas, invadir las trincheras, cada rincón donde puedan multiplicarse el zika, el chikungunya o el dengue.
Frente a sus miradas, desde la tribuna, crecían adjetivos que valoraban a la contienda como un éxito, que señalaban la actitud de los jóvenes y de los no tanto, como clave en la toma de conciencia de los ciudadanos sobre la correcta higienización del hogar, en la labor profiláctica para no lamentar bajas, a causa de esos escurridizos enemigos.
Con la entrega de la Distinción Destacado en la Preparación para la Defensa y los reconocimientos a los reservistas más sobresalientes, quedaron a flor de piel muchas emociones. Jorge Wilson Batista, agasajado con el primero de esos honores, no escatima palabras para referir la importancia de las campañas antivectoriales: “Yo pertenezco a la Brigada 2 de Previsora y aseguro que después de terminar cada jornada nos sentimos orgullosos de haber garantizado la seguridad del pueblo”.
Entre los presentes habían rostros muy jóvenes. Algunos rondaban los treinta, otros los veinte y tantos, pero Marcial Scull Torres no llegaba a los 25. Él, integrante de la Brigada 1 del Policlínico Finlay, comprende su rol y con rapidez contesta pregunta a pregunta. Siempre trata de dejar en claro su paso al frente: “Hoy puedo vivir convencido de que con mi labor he realizado un aporte fundamental a mi ciudad. Si me llamaran otra vez para formar parte de una nueva ofensiva sin duda daría mi disposición.”
Termina el acto y la formación se rompe. La plaza queda vacía. Sin embargo, los soldados de la salud no dudarán, en caso de una nueva orden, retornar nuevamente sus “armas” y continuar sembrando la garantía de la vida en nuestro Camagüey.