CAMAGÜEY.- Hay cosas en las que uno no piensa hasta que las vive. Las experiencias van marcando a los seres humanos y de eso se alimenta también nuestra agenda. En los últimos meses he frecuentado las consultas que, como parte del Programa de Atención Materno-Infantil (PAMI), dan seguimiento riguroso al desarrollo del embarazo, con una mirada multidisciplinaria, desde la captación hasta el parto. Sin embargo, son pocas las madres que van acompañadas de los padres aunque la cita sea en día no laboral.

Históricamente, los estereotipos y roles de género establecidos por la sociedad machista y patriarcal han asignado a los hombres una paternidad “responsable” casi exclusivamente relacionada con el cumplimiento del rol de proveedor; pero realmente va más allá de eso. Si queremos construir una sociedad equitativa, no solo en materia de género, hay que empezar por cambiar esas posiciones que parecen simples.

La corresponsabilidad del cuidado es un paso fundamental para lograr la justicia social que aspiramos y que está expresa en una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que busca la igualdad de género.

Además, la ciencia demuestra que la vinculación en la crianza y la distribución equitativa de las tareas de cuidado de los padres y madres, no solo propicia un buen desarrollo biológico y psicosocial de los pequeños, sino también impacta en el acceso a oportunidades de desarrollo de todos en el hogar. En otras palabras, cuando se comparten los quehaceres, se abren posibilidades para otras acciones que aumenten el bienestar.

Por otro lado, la desigual distribución de estos y las dificultades de conciliación de familia y empleo también han sido relacionadas con la persistente baja natalidad y el aumento de los divorcios, según estudios, una realidad de la que Cuba no está exenta.

Pero a esa intención tenemos que aportar todos, tanto la población como las instituciones. que deben comprender que papi también necesita estar. Hay que aplicar no solo como palabra sino en hecho aquello que tanto se repite de ser padre desde el principio. Algo que no aplica en las consultas del PAMI, donde el hombre no recibe la misma atención ni información, pues queda a la espontaneidad del médico salir a darle una explicación a ese papá sobre el estado de su hijo.

Así mismo sucede con los ultrasonidos, qué mejor manera de sensibilizar e incluir en el proceso de gestación, que permitirle pasar a ver al bebé y disfrutar ese momento. Y no se trata de una medida por la pandemia, ha sido así siempre; eso sin hablar del parto acompañado, un primer paso para llegar al parto humanizado que en Cuba no se aplica todavía, aunque está demostrado su beneficio para la madre en un momento tan significativo.

Se disfruta mucho cuando se ejerce la paternidad en esa primera etapa, saber del estado del bebé, sentir los latidos, acompañar a la mamá en cada paso de esos difíciles, pero hermosos nueve meses. Es verdad, hay que crear condiciones para que esa corresponsabilidad del cuidado sea efectiva en esa primera etapa. Hay que sentirse partícipe de todos los asuntos: formación, crianza, educación y desarrollo de los hijos; es asumir el reto de hacerlo democráticamente y respetándolos como sujetos de derechos desde el inicio.

El concepto de responsabilidad parental, del que tanto se habla por estos días, los deberes de madres y padres con sus hijos, comienzan desde la concepción del embarazo. La paternidad responsable abre el camino hacia una sociedad más inclusiva, pero lograrla necesita la implementación de políticas que promuevan una transformación cultural a favor de esa corresponsabilidad en el cuidado de los menores.

Del mismo modo en que una vez que nazcan, tenemos el deber de fomentar una crianza positiva y   de apoyar su autonomía progresiva, más allá del suministro de comida, ropa y otros bienes, las obligaciones parentales comienzan en la gestación del bebé, con mucho más que la canastilla, con la responsabilidad y el disfrute de toda su evolución.