CAMAGÜEY.- Dicen los especialistas y los que no lo son, que en el discurso a la nación de Donald Trump no hubo nada nuevo. Lleno de soberbia se negó a estrechar la mano de Nancy Pelosi, quien por cortesía se la ofreció a su llegada al Senado y ella, en respuesta, rompió el texto del discurso que este acababa de pronunciar y de paso lo calificó de “manifiesto de falsedades”.
Y no otro calificativo merece, porque repitió sus supuestos “éxitos” en la economía del país, que no son tales, si tenemos en cuenta la profundización de la brecha entre ricos y desposeídos; ponderó los logros de su política internacional, mientras en Siria su guerra está a punto de sufrir tremendo descalabro, Irak le ha salido respondón, Corea del Norte se desentendió de sus falsas promesas de liberarlo de las sanciones, e Irán responde prestamente a cada una de sus hostilidades paranoicas, mientras el estancamiento en Afganistán no tiene para cuándo terminar, y acaba de echar leña al fuego del Medio Oriente con su supuesta solución al conflicto israelí-palestino.
No le faltó, desde luego, sus promesas de devolver la “libertad” a los pueblos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, a los que si realmente quiere ayudar, lo que tiene que hacer es levantar el genocida bloqueo que le ha impuesto y el cual causa grandes penurias y escaseces a todos los nacionales de esos países.
Por cierto, tan dado a la pompa de sus “ideas” el presidente Donald Trump, para ser más original, debió llamar a su titulado “Acuerdo del Siglo”, el fraude o el engaño del siglo, porque no otra significación tiene la solución que encontró, con su par Benjamín Netanyahu para el conflicto israelo-palestino.
Dicho acuerdo, que en vez de los tres involucrados solo fue de dos, Estados Unidos e Israel, consagra la ocupación de los sionistas y a la vez niega el derecho de los palestinos a tener su propio Estado en las fronteras anteriores a 1967 con Jerusalén oriental como su capital.
En realidad viene a ser algo así como todo para los israelíes y nada para los palestinos, si tenemos en cuenta que de entrada estos deben aceptar que Jerusalén es la capital indivisible de Israel, que los asentamientos judíos levantados en su territorio seguirán en manos de sus actuales moradores, que los movimientos palestinos tendrían que deponer las armas, para ser masacrados con mayor impunidad, mientras los sionistas reciben del Gobierno estadounidense unos tres mil millones de dólares anuales para armarse hasta los dientes.
Como si esto no fuera suficiente para hacer inaceptable dicho acuerdo, a los más de cinco millones de palestinos que debieron huir a consecuencia del genocidio que se comete contra su patria, deben ser acogidos por los territorios donde se encuentran actualmente porque se les niega el derecho a regresar a su país de origen, al tiempo que afirma que dicha posibilidad nunca fue “realista”.
Reconocer un Estado palestino cercenado por los invasores judíos, sin Jerusalén como su capital y ofrecer como una dádiva insultante la apertura de una embajada estadounidense en ese territorio, es todo lo que consagra este engendro que muchos lo califican de poco realista y que solo servirá para incentivar el conflicto entre israelíes y palestinos, y avivar el fuego belicista en la región del Medio Oriente.
Por lo pronto, el presidente palestino Mahmud Abás rechazó el llamado acuerdo para el que fue totalmente ignorado a pesar de ser una de las partes, y anunció que rompería todos los vínculos diplomáticos existentes con los Estados Unidos y dijo “que los derechos de su pueblo no están en venta”.
La condena de la unilateral concertación beneficiaría solo a los israelíes, esto ha concitado una ola de repudio internacional en la que se incluye el de las Naciones Unidas, la Liga Árabe y decenas de gobiernos e instituciones y millones de manifestantes que la consideran una burla a la solución del conflicto entre los judíos y los palestinos.
El ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, consideró el acuerdo violatorio de las resoluciones de la ONU sobre el diferendo entre Israel y los palestinos, y expresó que no es más que una farsa que pretende establecer como definitiva la invasión sionista.
Hoy miércoles se espera el resultado del juicio político que se le iniciara en la Cámara de Representantes el pasado 21 de enero y que todo el mundo da por descontado que, contando con la mayoría republicana existente en el Senado, será exonerado de los cargos de abuso de poder y obstrucción al Congreso que se le imputan, y como cosa curiosa será el segundo presidente que pronuncia un discurso a la nación bajo la espada de un impeachment porque el primero fue Bill Clinton.