Frente a las tablas, los inexpertos observan al actor/director. De pronto un viaje a otro escenario, uno azul, con muchas plantas y una hamaca. El aire me roza la mejilla izquierda y la felicidad me encuentra en aquel abrazo. La palabra que lancé al director fue “nostalgia”, no la pensé, vino a mí; como vienen los recuerdos en una tarde de domingo sin luz. Así, en un acto de dramatizar ese sentimiento me abracé a mí misma, y en tan solo un instante ya había cumplido uno de mis objetivos: encontrarme (te).