Puede que Luis Enríquez y Orlando no se diferencien mucho de esos ancianos que hacen la cola para comprar el pan al amanecer o riegan las plantas del balcón apenas cae el alba. Ambos son de la gente que encuentras, en cualquier parque, con cualquier persona, jugando ajedrez. Y después de un jaque mate, pocos de sus rivales imaginarían cuántas victorias han cosechado estos sobrevivientes de la matanza de Pino Tres.