La historia de cómo mi abuelo sobrevivió al golpe de estado de Pinochet, en el año 1973, permaneció conmigo durante toda mi infancia. Recuerdo a mi mamá hablando de un segundo cumpleaños de él, sin entender por qué si el verdadero era en mayo. A 50 años de aquella experiencia, las lágrimas amenazan con desbordar sus ojos cada vez que habla de Chile y el 11 de septiembre.