El Festival Nacional de Teatro de Camagüey ha sido, en su edición más reciente, un acto de resistencia. Logró sobreponerse a las adversidades de una nación marcada por una crisis económica y social que se refleja en la cotidianidad de los cubanos. Su realización, respaldada por las autoridades de mayor rango en la provincia y el país, no solo permitió el reencuentro de creadores y públicos, sino que también subrayó el poder del arte como herramienta de cohesión, esperanza y goce compartido.