Empezamos sin corriente. La sala Fénix del Multicine Casablanca apenas respiraba con la energía de un pequeño generador, suficiente para encender un par de cámaras y de luces, y sostener un sueño: conversar con los hermanos Teodoro y Santiago Ríos, cineastas canarios que han sabido mirar a Cuba como una patria de la infancia y de la memoria.