Una madre camina por la calle con su niño, encuentra una mirada fija, alguna pregunta imprudente y el “ay, pobrecito” de quienes se fijan demasiado en las “diferencias” como si fuera algo sobrenatural. Sí, me refiero a un niño Down, un niño como cualquier otro, con gustos, sueños, con amor de más. La gente no entiende.