Desde la víspera, se sabía la noticia en el batey, en todo el municipio y más allá, porque cuando sonaron los pitazos festivos del central y entraron las primeras cañas húmedas al basculador, a las pocas horas de mover molinos y calentarse la maquinaria, el humo triunfó en lo más alto de la chimenea para que todos los pasantes de oriente a occidente y viceversa se enteraran del anual acontecimiento agroindustrial.