CAMAGÜEY.- 15 de mayo de 1955. Los cubanos recibieron con júbilo la Ley de Amnistía para Fidel Castro y sus compañeros, que guardaban prisión en el antiguo Presidio Modelo de la Isla de Pinos. De esta ciudad, a más de 500 kilómetros de la capital, fueron hasta Surgidero de Batabanó, donde se produciría el recibimiento, tres camagüeyanos simpatizantes con la lucha emprendida por el joven abogado, defensor de las causas más justas del pueblo.
Entre ellos se hallaban Raúl García Peláez, quien después fuera coordinador provincial del Movimiento 26 de Julio aquí y Humberto Rodríguez Manso, ambos fallecidos; y Manuel de Jesús Lefrán, quien disfruta del retiro en la capital y fue durante muchos años dirigente del Partido Comunista de Cuba en Camagüey y selló su trabajo como asesor en el Instituto Cubano de Radio y Televisión.
Como ha señalado la prestigiosa periodista cubana, Marta Rojas, la prisión política de Fidel fue un reclamo que tuvo su antecedente en el juicio del Moncada.
En ese escenario, el dirigente revolucionario en su condición de acusado y abogado acusador, promovió que se dedujera testimonio de las valientes acusaciones que, de manera ejemplar, hizo contra aquellos militares, autores de crímenes, denunciados por sobrevivientes del asalto y testigos.
Aquel 15 de mayo salieron los moncadistas de prisión, pronto estuvieron en la estación del ferrocarril, colmada de pueblo a la espera de la llegada del tren de Batabanó.
En conversación telefónica con el octogenario Lefrán, recordó aquel momento “como algo muy significativo y que quedó grabado para toda mi vida”, aunque el diálogo con Fidel fue efímero.
El traslado hacia La Habana se realizó en el automóvil de Raúl García Peláez, abogado de profesión. Lefrán tenía 20 años cuando se produjo la amnistía y asumía la responsabilidad de presidente de la Federación Nacional de Estudiantes del Comercio, escuelas donde se formaban contadores y economistas.