CAMAGÜEY.- Mi abuela tiene muchas historias para contar y a ella le encanta narrarlas. A veces me parece que conozco su vida, porque cada vez que se da la oportunidad aparece con un “cuento” y algunos los sé de memoria; pero tal parece que siempre guarda algo bajo la manga.

A propósito del 23 de agosto, y como quien no quiere las cosas, el otro día le pregunté si tenía alguna historia de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y mire usted con lo que me salió Cristobalina Pineda Cermeño:

“Soy fundadora de la Federación. Yo fui la primera secretaria general de mi delegación, en Garrido. Abarcaba desde la calle 5 hasta los ferrocarriles, incluyendo Los Coquitos, que era entonces el camino del hipódromo y solo tenía cuatro casas y una tienda. Todo eso lo andábamos Julia Aldama y yo con tu madre a rastro. Teníamos en el reparto una escuela de corte y costura y una academia de noche. Incorporamos muchas mujeres al estudio para alcanzar el sexto grado y muchas a la costura, y participábamos en las movilizaciones a recoger maíz, algodón... Allí estuve por 10 años”.

—¿Todas las mujeres eran federadas?

—Al principio no. Nos daba mucho trabajo incorporarlas porque aunque ellas querían los maridos las limitaban y no podían participar en actividades fuera de la casa. Mi vecina de al lado no podía ir a la casa de Julia, tenía que dar la reunión en su casa para que ella estuviera, y en el CDR tenía que hacer la guardia en el portal, no como nosotras que hacíamos rondas por la placita, por la panadería; a ella el marido no la dejaba.

Estarías en boca de los prejuiciosos...

—Imagínate, como yo estaba en todas esas andanzas de la Federación me tildaban de una cualquiera, hasta las propias mujeres. Después de años de haberme mudado de Garrido reencontré a una vecina; me contó que otra le aconsejó que cuidara al marido de mí, porque en ocasiones él me recogía en su camión y me adelantaba hasta la casa. Tu abuelo sí respetaba mi libertad para todo eso, quizás porque siempre trabajé en la calle, entre hombres, y no andaba con celos.

¿Y lo de Vertientes fue por la Federación?

—No, para Vertientes me movilizaron por el Partido, y al llegar allá me ubicaron en la Federación para ayudar en su fortalecimiento. En los dos años que estuve allí cooperamos con el central en la recogida de obstáculos, en la siembra de caña. Hacíamos movilizaciones y reuniones para todo. Formamos muchos bloques que faltaban y trabajamos para el Congreso del Partido.

—¿Abuelo te siguió sin problemas?

—De casualidad, tu abuelo y yo fuimos escogidos para ir allí al mismo tiempo, y después nos llevamos a tu madre. Vivimos unos meses en un albergue separado para hombres y mujeres hasta que Minita, que era amiga de la infancia, nos invitó a ir para su casa.

¿Qué tarea de la FMC dejó una huella especial?

—Cuando la Crisis de Octubre, la Federación provincial nos movilizó dentro de la casa por si pasaba algo. Estábamos al tanto de todo. Hicimos recorridos por el barrio, vigilando. La primera noche no dormimos montando guardia. Cooperábamos, nuestro rol también era importante.

¿Y cuándo te hiciste miliciana?

—Cuando Playa Girón. El llamado de las milicias estaba hecho, pero al ocurrir la invasión todos nos presentamos para cooperar. Esas dos noches también las pasamos de guardia en la tabaquería de mi cuñada, quien nos había traído para Camagüey con trabajo para nosotros allí. En ese sitio estábamos, listos para ayudar.

—Pero antes del triunfo de la Revolución ya tú tenías tus historias.

—Claro. Antes del triunfo de la Revolución ya cooperábamos con el movimiento revolucionario. Trabajábamos en una tabaquería en Fomento, (Sancti Spíritus). Allí vendíamos bonos. Cuando entraban los alzados nos uníamos a ellos en la calle y cuando tomaron Fomento el 16 de diciembre, atendimos a los revolucionarios en la casa, les hicimos café, comida —entre todos los vecinos, no yo sola— participamos con ellos hasta que siguieron para Placetas.

—¿Qué le agradeces a la Federación?

-—La Federación tuvo mucha importancia porque aunque ustedes los jóvenes no crean, hizo despertar a las mujeres, les enseñó que había que incorporarse a esta lucha por la emancipación y así pudimos ser parte de la vida activa del país en todos los frentes.