CAMAGÜEY.- Dentro de la vorágine de historias nacidas de la gesta del ‘59, la de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) tiene su propia personalidad. El mérito, más que por la antigüedad, viene del necesario sentido de la unión, evocado por héroes como Ignacio Agramonte o José Martí, y materializado por el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, aquel 28 de septiembre, de 1960, frente al antiguo Palacio Presidencial.

Sobre aquel hito, alcanzado entre la vana intimidación de petardos, se colaría en la sangre del pensamiento renovador de líderes y de la sociedad entera que, según el investigador Ventura Carballido Pupo, apareció como una idea que consolidó “(…) el patriotismo de la multitud (...)”. “Si alguno se preguntara cuál es el misterio de esta Revolución, no podría haber otra respuesta que haberse apoyado en las masas (...) organizadas, imprescindibles todas”, rememoró Fidel, en el 2003.

Carballido Pupo destaca en el artículo, Nacimiento de los CDR: un chispazo en la mente de Fidel, que la vigilancia resultó un puntal “(…) para controlar la amplia acción enemiga, plagada de sabotajes (…)”, y refiere que en sus inicios “la estructura solo comprendía la unidad límite o Comité de Vigilancia en la manzana, la cuadra, el barrio, el centro de trabajo, la granja o la cooperativa (…)”. Como toda empresa que aporta a la sociedad, el tiempo y las dinámicas ampliaron esa visión.

Apunta el estudioso que por esos años se realizó una recogida “(…) de estados de opinión de esta medida de Fidel, de la Revolución, y se colocaron buzones en lugares diversos (…) para saber cómo marchaban los asuntos referidos a la creación de los Comités (...)”. Otro paso vital fue la formación y preparación de los cuadros cederistas, que se efectuó en la Escuela Nacional de Instrucción Revolucionaria Juan Ronda Lezcano.

MÁS QUE UN SÍMBOLO

La forja de esa organización de masas, que devino en la más numerosa de la nación, ha sido enfocada desde diversos ángulos, como por ejemplo, el comunicacional. El activista y conocedor de la historia de los CDR, de este territorio, Luis Varcasia Era, arroja luces para desvelar significados en tal aspecto.

“En la noche del 28 de septiembre de 1960 cuando regresaba de haber intervenido en la Asamblea General de la ONU, Fidel expresó: “(…) Vamos a establecer un sistema de vigilancia colectiva revolucionaria (...)”. Detalla que “esa encomienda, se convirtió en un modo de comunicación comunitaria, que maduró como fuerza ideológica y política, en cada escenario de nuestra sociedad”.

Asegura Varcasia Era que “con la experiencia de más de 60 años es válido afirmar que los CDR se alzan como un extraordinario y dinámico complejo comunicativo, erigido para emitir y recepcionar mensajes”. Señala el también Premio del Barrio que hasta el momento no habían existido entidades ni estructuras capaces de movilizar con tal eficacia a la población de todo el país. Así lo evidencian la historia.

“La organización, solo en 1961 -apenas creadas las primeras cédulas- pudo localizar y atender a un grupo de analfabetos ubicados en zonas urbanas; cuando al país se le privó de la grasa para cocinar, fue capaz en pocos días de realizar un censo por cada vivienda, para garantizar el alimento; lo mismo sucedió con la distribución de artículos como ropa, zapatos, dietas médicas y otros productos, carentes por la presión ejercida por el bloqueo de los E.E.U.U. contra Cuba”.

La prolija obra cederista, cuenta en su haber con capítulos como las campañas de salud, entre ellas la de la poliomielitis, el censo de las viviendas, la solución a problemas de viviendas, construcción y reparación de policlínicos, calles, escuelas, bodegas y la solución de trámites a personas discapacitadas, con problemas de salud o vulnerables.

Hasta el terreno de la defensa ha llegado el alcance de los CDR, vinculada al concepto de la guerra de todo el pueblo: “en los años ‘80, ante la amenaza inminente del gobierno de Ronald Reagan, lograron asistir y formar alrededor de un millón de cubanos asociados a las Milicias de Tropas Territoriales”, comenta Luis Varcasia. Su competencia, quedó probada, incluso, poco más de seis meses de haberse creado, al combatir a los contrarrevolucionarios que apoyarían, como quinta columna, a los mercenarios de Playa Girón.

DE LA RAÍZ AL FUTURO

Sobre la gestación de esta estrategia por Fidel, hace 63 años, para aunar y velar por la seguridad del pueblo, aún existe una variedad de criterios: “(…) siempre optó por actividades previas a la experimentación (…), él no practicaba las improvisaciones (…), asevera Carballido Pupo, mientras Varcasia Era, opina que “pudo haber rememorado episodios de la Revolución francesa, de conceptos de los clásicos del marxismo, de la sociología, o traído consigo, la idea, desde las experiencias en la Sierra Maestra y de la lucha clandestina”.

Cualquiera de los motivos, la realidad es que los cederistas celebran su X Congreso, desde el Palacio de las Convenciones, en la capital, para insuflarse nuevos aires, atemperarse a los matices que exige el presente contexto, y recuperar el impulso y el rol protagónico diseñado por Fidel.

Cederistas unidos y comprometidos en la segunda y última jornada del X Congreso de los Comités de Defensa de la Revolución que se desarrolló en el Palacio de Convenciones.   Cederistas unidos y comprometidos en la segunda y última jornada del X Congreso de los Comités de Defensa de la Revolución que se desarrolló en el Palacio de Convenciones.

Previo a esa cita, durante la Asamblea Provincial, en Camagüey, los delegados municipales anunciaban la fortaleza indiscutible de la organización al coordinador nacional de los CDR Gerardo Hernández Nordelo. Si bien es indudable que la esencia y bases perduran en el alma de las circunscripciones, la práctica indica cómo la desidia se ha colado entre sus tejidos y se precisa de un trabajo autocrítico para reajustar esa maquinaria, imprescindible en el avance de la Revolución.

Las sesiones del Congreso, incentivan a hablar, además del enfrentamiento a las ilegalidades y la preservación de la tranquilidad de las cuadras, sobre los aportes y la integración de las juventudes a los comités, la preparación de los cuadros que los representan, y el uso de las tecnologías en pro de esa actividad. Sin embargo, más que palabras, los tiempos actuales precisan de movimiento, de un accionar, de romper la inercia... solo así preservaremos esa unidad que nos ha quitado el sueño desde antaño.