La Revolución tiene el rostro de su gente. La que se empeña en transformar y construir. Allí están los resultados, distantes a lo que hubiéramos querido, pero demostración de lo que un pueblo trabajador es capaz de edificar sin detenerse por limitaciones subjetivas o causadas por el bloqueo que intenta asfixiarnos.
La Revolución es su gente.
La que afronta los problemas desde el surco, los hospitales, las escuelas, las instalaciones deportivas y culturales... los polos científicos. Por eso, las vacunas, las medallas, las cosechas y los títulos se celebran entre todos como familia, como mismo analizamos lo que nos falta, las metas que nos impulsan a nuevas conquistas. La Revolución es Cuba, la obra colectiva, perfectible, heroica y humana más grande que hayamos emprendido desde hace 155 años y que triunfó definitivamente hace 65.