CAMAGÜEY.- Rogelio Zorrilla no resiste estar sin hacer nada en los almacenes de la Empresa de Acopio Camagüey. Él se alegra cuando llegan camiones de otros municipios o provincias a las naves Galán Mora, ubicadas frente al muy popularmente reparto Muecke, popularmente conocido como La Mosca.

Sabe que en esta etapa de enfrentamiento a la pandemia de COVID-19 lo mejor que pueda pasar es que en medio de la escasez de productos agrícolas se reparta mercancías en los mercados agropecuarios estatales y a los puntos de venta dispersos en la ciudad.

Zorilla declina que le ensalce. “Lo mío es trabajar”, replicó cuando dejábamos constancia gráfica del acarreo de plátano burro desde el camión hacia la placita número seis, El Modelo, ubicada en la calle San José esquina a Bembeta, en el reparto América Latina.

Como él, que amanece pegado al timón desde muy temprano en la jornada del día hasta tarde en la noche, hay otros muchos trabajadores de Acopio y hoy de diferentes entidades (del Camarón, de la Constructora número dos y citrícola Sola, entre otras) marcando esfuerzos para aproximar la vianda al barrio.

 ACERCAR LA COMIDAD A LA POBLACIÓN

El último programa televisivo y radial Toque de Clarín puso sobre la mesa esta problemática. Ángel Reyes Vega, director general de la Empresa Provincial de Acopio fue enfático: “A nosotros no toca el papel de acercar la comida lo más posible a la población”, sin embargo, esa verdad se ve empañada con los bajos ratificados que los productores aseguraron entregarían.

Un ejemplo concreto: en abril, de acuerdo con lo contratado, la cifra de producción es de 4 600 toneladas, en cambio, lo confirmado es 1 400, el 41%, lo que complica el panorama. Acopio tiene la responsabilidad de suministrar productos agropecuarios, además de los mercados, a los centros de aislamiento, al consumo social y otras prioridades establecidas hoy en la provincia.

La dinámica de estos tiempos, que no es nueva, es bajar a las bases productivas, tocar con la mano a los que están en el surco para motivarlos y comprometerlos. No siempre las limitaciones con el agua y otros recursos constituyen las causas de las empobrecidas entregas y que las diferencias, con respecto al plan comprometido, vayan a parar a manos de los que alteran los precios en detrimento del pueblo.

Hace varios días en la Empresa Provincial de Acopio se logró hablar con Nuria Piñeiro Lima, especialista comercial y de desarrollo de la entidad. Comentó que la producción que recepcionaban hasta ese momento, procedían fundamentalmente de los polos Ignacio Agramonte y Jimaguayú, de Vertientes, y de Las Flores, de Nuevitas, en un nivel insuficiente para cubrir las demandas de la población.

En consecuencia argumentó que en la ciudad hay cinco mercados agropecuarios estatales priorizados: La Arboleda, en el reparto Julio Antonio Mella; La Trocha, al lado de la delegación de la Agricultura; Francisquito en la calle del mismo nombre; El Bosque en las inmediaciones de la Plaza Joaquín de Agüero; y El Frutero, de General Gómez y Damas. El consumo social de unidades escolares y hospitales, no es descuidado, subrayó Nuria. Algo que por una nueva estrategia se ha ido modificando para ampliar la red.

Acopio cerró enero con 1710 toneladas de productos agrícolas recogidos y redujo la cifra a 1 547 en febrero. Claro, cuando se valora los contratos de los productores y se observa que en el primer mes del año dejaron de entregar un 11% del compromiso y un 21 en el segundo, es posible darse cuenta que el problema fundamental radica en que se necesita producir más o controlarlo mejor.

Ariel Santana Santiesteban, primer secretario del Comité Provincial del Partido y presidente del Consejo de Defensa Provincial, órgano activado ante la compleja situación de la pandemia, en Toque de Clarín, sostuvo que Acopio tiene un papel de balancista y llamó a no conformarse con explicaciones.

Argumentó que las diferencias entre lo contratado y ratificado debe llamar la atención, sin descuidar la necesidad de promover entre los productores el sentido de pertenencia y que tanto la organización política, como la delegación provincial de la Agricultura, han recorrido las zonas productivas en jornadas que comienzan por la madrugada y se extiende a horarios de la tarde.

Camagüey tiene una obligación moral de ver el autoabastecimiento alimentario como un asunto de seguridad nacional y, a la vez, como pionera que fue el 8 de abril de 2009 de la agricultura suburbana en Cuba, de incorporar las tierras improductivas que se hallaban alrededor en un radio de acción de la ciudad.

Con esa mirada y ese compromiso es que podrá saldarse la cuenta de la aspiración del país de lograr un per cápita de 30 libras mensuales de viandas, hortalizas, granos y frutas, para que desparezca las diferencias entre las placitas y las carretillas, urgidas hoy de un mayor control para que los consumidores no se quejen más, con razón, de los precios alterados ante los ojos de todo el mundo.