CAMAGÜEY.- Siete cuevas con pictografías aborígenes en la Sierra de Cubitas, cuidadas como patrimonio local, ya son consideradas Monumento Nacional, y su entorno recibe la categoría de región arqueológica.
El Indio, Las Mercedes, Los Generales, Los Portales del Pinto, María Teresa, Matías y Pichardo se nombran las espeluncas que un equipo de biólogos, un geólogo y un historiador estudió para precisar la autenticidad e integridad.
Constituyen las únicas representaciones hasta ahora atribuibles a grupos agroalfareros en Cuba, informó la Oficina de Sitios y Monumentos Históricos del Centro Provincial de Patrimonio Cultural de Camagüey.
El cambio de categoría responde a la preocupación por preservar para las presentes y las futuras generaciones, las características naturales y los valores científicos, históricos, arqueológicos y culturales de las cuevas y su entorno.
“Conocer, cuidar y conservar nuestro Patrimonio también asegura la continuidad”, escribió en Facebook Carmen Hernández, vicegobernadora de Camagüey.
Por culpa de la COVID-19, el acto de declaratoria oficial no será posible este 18 de abril, Día Internacional de los Monumentos y Sitios, pero eso ya no importa tanto como sí el cuidado con mayor esmero a partir de ahora.
La provincia cuenta con diecinueve Monumentos Nacionales, doce Locales, y con un segmento del Centro Histórico Urbano de la ciudad de Camagüey declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad en el 2008.
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DETALLES DE PATRIMONIO
Las siete cuevas fueron investigadas con profusión por Antonio Núñez Jiménez, quien tuvo una participación decisiva en el proceso para catalogarlas de Monumento Local, condición ostentada hasta hace poco.
Gineldo Falcón, especialista principal de la Oficina de Sitios y Monumentos Históricos en Camagüey enfatizó a Adelante Digital acerca del compromiso acrecentado por las significaciones de la región arqueológica en un territorio con servicios de ecoturismo y de senderismo.
El entorno de las espeluncas entraña el admirado Hoyo de Bonet, y otras riquezas naturales en áreas de la Reserva Limones Tuabaquey, y de la empresa agropecuaria La Cuba.
Para el expediente de cambio de categoría de las cuevas colaboraron la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre en Camagüey y el Área Protegida Reserva Ecológica Limones-Tuabaquey.
La noticia hace que Adelante Digital mire hacia indicios del origen del hombre, huellas de primitivos habitantes en lugares no siempre inaccesibles, con rastros que generan más preguntas que respuestas.
LOS CÓDIGOS PERDIDOS
El alistamiento para el ecoturismo y el senderismo en la Sierra de Cubitas, a principios de este mileno, conllevó a la desaparición de la cenefa de la cueva de María Teresa y los dibujos rupestres de la Matías, porque a alguien se le ocurrió lavar las paredes para arreglar el lugar.
Aquella cultura forjada en las cuevas sigue siendo un misterio de mensajes de círculos, rombos, cuadrículas y líneas, ecuaciones bien complejas para despejar con variables de la arqueología y la antropología.
Claro que algo se ha logrado descifrar, por ejemplo, en la cueva de Matías se aprecia el registro de una danza ritual, mientras que en la de Los Generales contaron del paso de los conquistadores españoles.
También se sabe que los indocubanos eran capaces de comunicarse verbalmente con los pobladores de otras islas del Caribe y hasta se supone que con regiones de la cuenca del Golfo.
Eduardo Labrada Rodríguez, periodista y espeleólogo que participó en expediciones con Antonio Núñez Jiménez, deduce lo siguiente:
“Las pictografías en negro, por ejemplo, como las de Los Generales, nos alertan el peligro de personas extrañas en la región, de una incursión armada donde hay hombres a pie y a caballo (animales que no conocían y que apenas podían reproducir en movimiento). De todas formas aquellas figuras concretas de hombres y mujeres poseen una interpretación objetiva porque se encuentran tal y tan al natural que resultan obvios, pero las otras figuras, las esquemáticas, pudieran tratarse de combinaciones simbólicas para conformar una palabra, una oración, tal y como dividimos nosotros nuestro idioma en sílabas”.
COAIBAI DE LOS ATARDECERES
El sabio Fernando Ortiz relacionó el vocablo Cuba con Coaibai, una palabra que indicaba el país montañoso del occidente hacia donde ciertos indios antillanos, como los taínos de Haití, creían que era la ruta de viaje a ultratumba.
Según Roberto Funes Funes, otro espeleólogo camagüeyano, caminaban hacia el oeste para rescatar a sus muertos que estaban allá sin ombligos, y matar a la muerte para no enfrentar más la pérdida de los seres queridos.
En sus expediciones encontró sitios de restos humanos sin pies, pues se los cortaban para que las ánimas no deambularan por entre los caseríos, y luego se dedicó a la labor extra arqueológica de unificar la información sobre mitos, costumbres, creencias religiosas, de los aborígenes de las Antillas.
Un resultado fue la novela Perseguidores de la noche (Editorial Ácana, 2002), conformada por seis capítulos, y para la cual sacó los nombres de sus personajes de la lista de repartimientos de Diego Velázquez en La Española.
“Cuando se habla de ciencia ficción, se habla de un futuro lejano, desconocido, y tenemos un pasado lejano y desconocido que requiere de ciencia ficción también”, ha insistido Roberto Funes Funes. Y tiene toda la razón.