CAMAGÜEY.- El suceso sorprendió en su época y se extendió tanto la historia que casi de inmediato la leyenda tomó cuerpo al punto que hoy para muchos resulta difícil deslindar dónde comenzó una y terminó la otra. Puede, sin embargo, que por estos días de inicio del mes de mayo el aleteo del aura blanca levante el vuelo sereno de buitre criollo que por casi dos siglos se ha mantenido entre nosotros como patrimonio de todas las generaciones en la memoria puerto principeña.
La aparición del aura blanca en nuestra ciudad si bien no fue un milagro sí devino en un símbolo de fe y desde entonces a la fecha se mantiene en esta misteriosa frontera de lo cierto-incierto cuando a las diez de la mañana del 2 de mayo de 1838 todas las voces de bronce de las campanas de las iglesias de la ciudad doblaron a muerto. Se despedía al religioso franciscano Vicente de la Cruz Valencia, nacido en Valencia, España, el 13 de enero de 1763 y fallecido, 75 años después en Camagüey, tras permanecer en nuestra ciudad 25 años de fructífera y piadosa labor.
Es difícil ordenar en categoría los aportes más valiosos del padre Valencia a la población camagüeyana más pobre, devorada entonces por el atraso social, enfermedades y miseria como resultado de la política medieval de la corona española. A su haber se encuentra el hospital leprosorio de San Lázaro, la iglesia del Carmen, la hospedería de San Roque, el puente sobre el arroyo La Jata, el hospital de mujeres y la más importante alfarería de su época. Todas estas obras contribuyeron al desarrollo local y permitieron sufragar los gastos de los hospitales y dar recursos a enfermos y familias desvalidas a quien socorría, por ello su fallecimiento causó conmoción entre todas las clases sociales, dejando un vacío que solo la tenacidad y trabajo del padre Valencia había logrado. A poco, extinguidos los recursos económicos, la situación de los enfermos del asilo y los pordioseros que copulaban en la población comenzó a ser desesperada. Hasta aquí el origen de la historia.
Monumento que recuerda al Padre Valencia.
Luego de esta historia, sobre la medianía de la crónica-leyenda se relata que al patio del asilo llegó un nada común personaje que con facilidad, dicen, se dejó capturar. Era un aura blanca cuya presencia llamó la curiosidad de numerosas personas, quienes a partir de entonces pagaban para observar el ave encerrada en una jaula. Dicen además que con esos dineros la situación de los necesitados mejoró por algún tiempo. A partir de allí la fábula extendió alas como la propia aura, pues corrió la especie de que el ave, más que albina, era el espíritu evangélico del padre Valencia quien había regresado para continuar ayudando a sus pobres desvalidos, creencia que reafirmaron los feligreses manteniendo tal creencia mucho tiempo a lo que dedicaron oraciones, poemas, la conocida obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda. El Lugareño, en sus Escenas Cotidianas, le dedicó buen espacio en páginas del periódico El Fanal de Puerto Príncipe.
El aura fue exhibida por algún tiempo en diferentes ciudades de la isla hasta que el naturalista matancero Francisco Ximeno, que había adquirido el ave ya embalsamada, la vendió al Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas en 1884, conservándose desde entonces en el Museo de Historia Natural de dicha ciudad.
Es de interés señalar que el albinismo es una peculiaridad rara pero no imposible, presente en todos los seres vivos, incluyendo reptiles, insectos, aves, peces y, por supuesto, seres humanos. Esta condición genética puede cambiar de una especie a otra y suele suceder por herencia en la alteración del gen encargado de regular la producción de los pigmentos.
Debemos significar que el aura blanca de la historia-leyenda camagüeyana no ha sido la única capturada en nuestro territorio, pues hasta ahora la única región del país que ha reportado la presencia de auras albinas es nuestra provincia. En 1943 se capturó una en la finca Tagarro, al oeste de la ciudad, y fue donada al museo provincial Ignacio Agramonte donde aún se exhibe. En el año 1964 llegó otra aura blanca al Museo de Ciencias Naturales del Instituto Pre Universitario de Camagüey pero sin ficha de identificación. Este ejemplar alguna vez desapareció. Para el 2021 fue avistada otra sobre la sierra de Maraguán al noreste de nuestra ciudad.