CAMAGÜEY.- Como ustedes habrán visto en el calendario, 2020 es un año bisiesto, o sea, uno que nos regala un día más.

Más por tradición que por justicia se considera que el “año bisiesto es año funesto”, por eso se dice que “Año bisiesto, vende la hoja y quema el cesto” o “Año bisiesto, pocos huevos en el cesto”. Y todo esto por el aquello de cargar a la cuenta de los 29 de febrero descalabros humanos y naturales, cuando bien se sabe que estos reveses y desastres suceden en cualquier almanaque y lugar.

El quehacer científico ha realizado muchos aportes a la humanidad y a ello se deben nuestros bisiestos, creados para corregir desajustes en horarios que arrastraban tiempos extra por siglos, hasta que en 1582 se adoptó el Calendario Gregoriano, creado desde la época del emperador romano Julio César.

Fue el astrónomo y filósofo Sosígenes de Alejandría quien por encargo del emperador corrigió la diferencia entre la duración del año real —los 365 días y seis horas aproximadamente que tarda la tierra en orbitar alrededor del sol— y del año del calendario. Incluyó un día extra cada cuatro años, intercalado entre el 23 y el 24 de febrero, por ello el nombre de “bisiesto”, del latín bis sextus dies ante calendas martii, es decir, seis días antes del mes de marzo. Luego ese día se sumó al final de febrero, así que todos los años divisibles por cuatro (2004, 2008, 2012, etc.) son bisiestos, y 2020 no iba a ser la excepción.

Se han asociado a diferentes hechos: al hundimiento del Titanic (1912), la Guerra Civil española (iniciada en 1936), la muerte de 12 000 personas en un terremoto que asoló la ciudad marroquí de Agadir (1960) y los asesinatos de Mahatma Gandhi (1948), Martin Luther King (1968), John Lennon (1980) e Indira Gandhi (1984); y al Día Mundial de las Enfermedades Raras.

Y a propósito, el año bisiesto es algo así como los martes 13. Astrólogos, culturas y creencias de todo el mundo nos han pertrechado de amuletos recomendados para conjurar la mala suerte. Entre estos, tener una tortuga aporta ayuda en negocios, larga vida y prosperidad; poner una campana en algún rincón de la casa limpia malas energías y ayuda a mejorar a los enfermos; llevar colgada en el cuello junto a una campana una cruz de caravaca, talismán hispano-islámico; guardar entre los objetos personales una moneda fechada con el año bisiesto trae doble suerte en salud, trabajo, amor y dinero; una pequeña pirámide aumenta la suerte en el azar y el trabajo; llevar una nuez vacía, de modo que las dos mitades queden enteras y colocar en su interior una piedra de ámbar y un poco de hierbabuena atrae dinero, y una piedra de cuarzo rosa en la mesita de noche traerá el amor para toda la vida.

He aquí algunas ideas, aunque bien sabemos que la realidad depende mucho del empeño que cada cual ponga a su proyecto de vida.

 

Los británicos celebran el Día de los Solteros el 29 de febrero. Es la tradición que mira con buenos ojos cuando la mujer pide matrimonio al hombre. Si a él se le ocurre rechazarla, tiene que agarrarse los bolsillos, porque para resarcir el malestar ocasionado con su negativa, antes debía regalar un vestido de seda, algo que luego los irlandeses tradujeron a un abrigo de piel, y en Inglaterra el asunto se resolvía con un nuevo par de guantes.

 

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