CAMAGÜEY.- Belita era la más pequeña de las cuatro hermanas de Lina Ruz, la madre de Fidel. La partida de bautismo de ella, por azar de la vida, aparece asentada en la iglesia parroquial San Antonio, de Sibanicú.
A diferencia de María Isabel Ruz González, nombre que asumió después a lo largo de toda su vida, en el registro estadístico de la institución eclesiástica de ese municipio camagüeyano aparece como Agustina Isabel, con fecha de nacimiento el 4 de mayo de 1914.
“Hay que señalar que el Acta de Bautismo de Agustina Isabel, Belita es, sin duda, una de las escrituras más completas de las referidas a la familia. Incluye todos los detalles en letra muy clara y aporta datos muy valiosos. [...]".
Partida de bautismo, asentada en la Iglesia Parroquial San Antonio, de Sibanicú.Fotos: Cortesía de los habitantes de SibanicúEsta afirmación, recogida por Katiuska Blanco en la página 509 de Todo el tiempo de los cedros, primera edición cubana, incluye los datos generales que, por supuesto, parten de la localización de los documentos en Sibanicú, pero también de la memoria familiar de Angelita y Agustina, y de testimonios que la primera guardaba de la tía Panchita, hermana mayor de Lina.
En una animada y reciente conversación telefónica con la periodista, escritora y biógrafa de Fidel, ella ratificaría la pulcritud de ese documento y lo útil de que historias relacionadas con el Líder de la Revolución no se pierdan, como esta de Belita, que aparte del nexo familiar aportó a su hijo Roberto Estévez Ruz (1) al martirologio cubano como combatiente del Ejército Rebelde en el II Frente Oriental Frank Pais.
De la disparidad de nombres y fechas son cuestiones que sucedían en la época. Hijos que venían al mundo en una fecha y eran inscriptos en otras. En el tomo 128 folio 225 del Registro Civil de Cueto, en cambio, la fecha citada es el 3 de julio de 1915, bajo la identificación de Isabel Ruz González.
¿CÓMO LOS RUZ-GONZÁLEZ LLEGAN A TERRITORIO CAMAGÜEYANO?
Intensas lluvias y el paso de un ciclón por la región de Pinar del Río, donde vivían Don Francisco Ruz Vázquez y Doña Dominga del Rosario González Ramos, abuelos de Fidel, obligaron a la familia a peregrinar en busca de un lugar próspero.
El desbordamiento del río Cuyaguateje, convertido en navegable, aparte de destruir pertenencias de quienes habitaban todo ese entorno sumió en la pobreza a familias enteras.
Belita con artesana de Sibanicú y Hatuey durante una de sus visitas a ese municipio.El viaje hacia el oriente del país lo harían en tren. En Todo el tiempo de los cedros, convertido en un paisaje familiar de Fidel Castro Ruz, la autora narra que Panchita grabó en su mente aquel momento, antesala, sin parada alguna, para llegar hasta Tana, en el Camagüey, donde cifraron las esperanzas de una vida más holgada y cómoda, según las promesas de empleo y casa.
Tana era un punto de la geografía camagüeyana, localizado no muy lejos de un asentamiento poblacional, conocido por Elía, perteneciente hoy a la provincia de Las Tunas.
Descendieron del tren porque había empleo en la zafra azucarera. “El contratista que los esperaba les indicó el sendero hasta la pequeña casa donde iban a vivir. Los proveedores de fuerza de trabajo veían en Camagüey y Oriente la tierra de la promisión, y restaban posibilidades a occidente, mucho más después de la ruina casi generalizada de los cosecheros de tabaco, tras el ciclón de 1910 en Pinar del Río”, cita Katiuska en esa obra.
De nada valieron los esfuerzos de Pancho durante los años 1912 y 1913, la familia se veía sumida en la escasez, alejada de la etapa de bonanza y complicada por la aparición de braceros haitianos y jamaicanos, quienes aceptaban bajos salarios y los cubanos terminaban desplazados.
Reorientaron la partida. La epidemia de paludismo en Tana motivó cambiar el rumbo y dirigirse a Ignacio, más cerca de Camagüey y no muy lejos del central Siboney. Tampoco fructificó la estancia y la decisión fue probar suerte en Hatuey con toda la familia, pueblo de casas alineadas bajo la simetría de los tejados y las propuestas de los contratistas.
Katiuska en otro momento del libro menciona que Lina no sabía el porqué, pero un día cargaron todos sus bártulos y fueron a parar a las nuevas plantaciones de caña de azúcar, donde el padre y el tío, Perfecto Ruz Vázquez, comenzaron a trabajar con don Ángel Castro Argiz, un español propietario de una fonda y algunas fincas por la zona de Birán, actualmente en la provincia de Holguín.
UNA ANÉCDOTA QUE BELITA NUNCA OLVIDÓ
A quien no haya leído el libro es recomendable que lo haga. Belita nunca olvidó el susto tan grande que pasó. Con apenas doce años tenía cargado a Fidel, de ocho meses de nacido y desde su fortaleza el infante rodó. Por suerte no le ocurrió nada y el desasosiego de la tía pasó.
Ella no podía resistir que Doña Dominga le reprochara los amores con Prudencio Estévez, un “cubano muy humilde, machetero en las colonias de caña, con quien siempre Belita fue feliz”, trasladándose entonces a vivir a Vertientes, en el medio sur de la provincia de Camagüey, a más de 31 kilómetros de la cabecera provincial.
Roberto Estévez Ruz, hijo de BelitaAllí nació el hijo adorado, Roberto Estévez Ruz, el 4 de abril de 1938 y desplegó sus acciones revolucionarias hasta emprender el camino hacia la montaña insurrecta. Cayó mortalmente herido el 14 de julio de 1958 en un combate frontal contra el enemigo.
Belita, los últimos años de su vida vivió en la calle Bayardo Agramonte, entre Lugareño y Bembeta, en el reparto América Latina, antiguo Boves. Ramón, el sobrino mayor, cada vez que venía a Camagüey por razones de trabajo la visitaba y compartía con ella.
Muy pocas personas sabían en Camagüey que durante varios años Fidel le remitía mensualmente a Belita un giro de 50 pesos de su salario . De ello dejan constancia Juana Elisa Suárez de La O, quien la mayoría de las veces lo recepcionaba en el correo central, remitido por Celia Sánchez.
René Casas Bautista, integrante del grupo de atención a familiares internacionalistas y mártires, actualmente trabajador de la Casa Natal de Carlos J. Finlay, recuerda a María Isabel como una persona afable, jovial y muy dispuesta a ayudar a las demás personas, punto con el que también coincidió Enrique Monteagudo Estévez, nieto suyo.
Dice él, además, que era recurrente en ella hablar de Fidel y cómo, a pesar de su aparente fragilidad corporal, no permitía que nadie hablara mal de su sobrino ni de la Revolución en cualquier lugar que se encontrara.
A propósito de este artículo, en el intercambio con Katiuska ratificó:
“La conocí, tuve la oportunidad de visitarla con Angelita y Agustina, hermanas de Fidel, y con Tania Fraga -hija de Angelita. Belita era una persona muy dulce, sufrida y también amorosa familiarmente con Fidel y Raúl”.
El día 3 de marzo del 2006 en la clínica de 43, en La Habana, donde fue internada un tiempo antes, el corazón de María Isabel Ruz González dejó de latir a la edad de 90 años.
En medios familiares aquí se comentó que antes de partir el cortejo fúnebre desde la capital hacia Camagüey y tender su cadáver en la funeraria de La Caridad, Fidel y Raúl le rindieron homenaje a Belita, señal inequívoca del cariño recíproco existente entre ambos y por el resto de la familia.