CAMAGÜEY.- El dolor fue inminente, el paso del huracán Ian por el territorio nacional causó una espiral de devastación traducida en derrumbes totales, inundaciones, detrimento de cultivos y pérdidas humanas, que sacudieron la vida de muchas personas.

Sin embargo, Cuba se levanta una vez más y enfrenta la catástrofe con una ola de solidaridad y amor compuesta por profesionales y obreros de todos sus rincones, quienes ponen día a día su empeño en mejorar las condiciones de vidas de aquellos que más lo necesitan, secundados por un ejército de héroes anónimos que desde sus hogares ceden temporalmente a sus hijos, hermanos y padres a otras familias, exhortándolos a regresar a casa con la tarea cumplida.

Fotos: Alejandro Rodríguez Leiva/ AdelanteFotos: Alejandro Rodríguez Leiva/ Adelante Hace más de 21 días, las horas pasan cada vez más lento para Zuramis Hernández Cartaya, madre de Gaspar Estévez Hernández, colaborador camagüeyano de la Empresa Eléctrica del poblado de Santa Lucía. Zuramis asegura que tras la partida de su hijo las tareas del hogar han sido más complejas porque su ausencia se siente de manera especial.

“La lejanía es difícil, pero con Gaspar nos comunicamos a diario, siempre nos comenta que está bien, que la atención es muy buena en el lugar de alojamiento y mejor la acogida y agradecimiento del pueblo. Actualmente se encuentra de labor en Artemisa donde se desempeña como operador de equipos tecnológicos y está próximo a salir hacia Pinar del Río”, explicó con voz firme; pero el rostro la delata. Aunque en su expresión deslumbra el orgullo que siente una madre por ver los logros de su pupilo, tampoco pueden esconderse las lágrimas caprichosas que se escapan cuando expresa que ella, su nuera y su nieto lo extrañan mucho.

“Este ya es el octavo ciclón en el que brinda ayuda, además de otras misiones que ha desempeñado para apoyar en desastres naturales y sigue firme al pie de cañón y la familia apoyándolo en todo”, expresó José Mario Paret Basulto, hijo de uno de los valientes que por estos días dan lo mejor de sí en el occidente de la isla.

Sobrepasa los 20 días el tiempo en que José Paret Valsatorre, trabajador de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa) en nuestra provincia, funge como uno de los reparadores de equipos dañados que se encuentran en tierras artemiseñas.

“El reajuste en las tareas de casa ha sido complejo, no obstante lo logramos bien”, contó José Mario, “lo más importante es que nos sentimos orgullosos de él y sabemos que con la buena atención que tiene allá y su trabajo duro pronto estará de vuelta con la garantía del deber cumplido”, añadió.

 Con mucha satisfacción cuenta María Esther Pérez la loable actuación de sus dos hijos en esta situación excepcional. José Carlos y Luis Mariano del Risco Pérez, obreros de la brigada de mantenimiento de la Empresa Eléctrica de Camagüey, desdoblan esfuerzos para restablecer juntos a sus compañeros el tendido eléctrico en el municipio de Bahía Honda.

“Ellos están bien, cumpliendo con su tarea y desde acá sus familiares y amigos no podemos estar más satisfechos por ello. Al principio costó un poco adaptarse a la ausencia, principalmente porque tienen hijos, pero hemos salido adelante y aunque aún quedan algunos nervios y tensión por el trabajo que hacen, el orgullo es mayor que cualquier sentimiento”, dijo la progenitora de estos dos hermanos que en poco tiempo ya cumplirán un mes de servicio.

 El regocijo y sustento emocional de los más allegados es vital en situaciones como esta, pues aunque ellos sienten como suyas las labores que desempeñan sus más queridos, la responsabilidad de cuidarse y no defraudar recae de manera constante en quienes luchan en la primera línea de combate ante los desastres.

Eso lo sabe de primera mano Yoanni Peña Mora, director de la UEB de Acueducto y Alcantarillado en el municipio de Sibanicú, y colaborador en la provincia de Pinar del Río. El especialista en recursos hidráulicos afirmó que la partida fue temprana, incluso al llegar a suelo pinareño aún se sentían vientos del fenómeno atmosférico, “el arribo fue duro, sobre todo por ver el dolor de nuestros hermanos pinareños y la miseria que trajo el huracán, pero eso nos motivó a no parar de trabajar.

“Estuve en zonas afectadas como Viñales, La Coloma, Consolación del Sur y la cabecera municipal para llevar a las personas ese poquito de agua que les daba una dosis de felicidad. Resultó una misión muy bonita, porque el agradecimiento de los lugareños era muy sincero, nos aplaudían y abrazaban, hicieron de su pueblo nuestra segunda casa”.

Por primera vez Yoanni brinda la experiencia en una situación de este tipo y aunque durante 14 largas jornadas tuvo que dejar atrás a su núcleo familiar, su voz no tiembla al decir una frase que otros repitieron, cada uno a su manera, “volveré a hacerlo cuando sea necesario”.