CAMAGÜEY.-Si nos atenemos a los resultados del último debate entre los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos, debemos concluir que el camino de Hillary Clinton hacia la Casa Blanca luce expedito y que solo una catástrofe imprevista podrá impedirle que resulte electa el próximo 8 de noviembre.

Como en los dos anteriores, según los especialistas, en este nuevo encuentro la Clinton tomó la delantera con el 53 % de aprobación,  aunque sin proyectos sustanciales, mientras el aspirante republicano quedó muy por debajo, pues llegó aquí muy maltrecho, sobre todo por la revelación de los videos en los cuales aparece denigrando al sexo femenino, y la acusación de nueve mujeres de haberlas manoseado, además de los otros desaguisados cometidos a lo largo de su campaña.

Aunque los temas en la agenda, como el de la inmigración, relaciones exteriores, comercio internacional, el aborto, integración de la Corte Suprema, la economía, y otros merecían mayor atención, el mayor tiempo fue empleado en las imputaciones recíprocas, Trump apelando a los correos filtrados por Wikileaks sobre la candidata demócrata y sus “fronteras abiertas”, y la Clinton acerca de la incapacidad presidencial del aspirante republicano.

Lo cierto es que en los últimos tiempos los ataques contra Donald Trump se han intensificado y lo que podría ser peor, las principales figuras de su partido, como el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, algunos gobernadores, personalidades políticas y otros le han retirado su apoyo, a lo que también se han sumado los principales órganos de prensa, como The Washington Post y el New York Times, a tal punto de que este debió afirmar “que los medios de prensa han envenenado la mente de los votantes”.

Si anteriormente las encuestas daban a la Clinton con una delantera de unos cinco puntos, en estos momentos la diferencia es de 13, cerrado el tercer debate e, incluso, en algunos estados considerados bajo el dominio de los republicanos hay señales de descontento en las bases, el cual puede reflejarse a la hora de la votación.

Por otra parte, el equipo de la campaña de la Clinton se ha mantenido estable y trabaja fuertemente en la base para captar votantes y lograr que estos concurran a las urnas el 8 de noviembre, mientras el de Trump ha sufrido varios procesos reorganizativos, con la consiguiente falta de sistematicidad en su labor propagandística y proselitista.

Encima de todo ello, la afirmación hecha por Trump de que no estará seguro de aceptar el resultado de las elecciones (si este le fuera desfavorable, desde luego), ha ocasionado un verdadero sismo en la opinión pública norteamericana, ya que tradicionalmente el candidato derrotado acepta aquí el veredicto de los sufragios, por considerarse expresión de la voluntad ciudadana ejercida democráticamente.

Así las cosas, solo restará esperar el próximo día 8 del entrante mes para conocer quién ocupara el asiento presidencial en la Casa Blanca.