CAMAGÜEY.- Sí, yo quiero seguir jugando a lo perdido, soy necio, como Silvio y otros tantos. En estos días, de definiciones, me he sorprendido varias veces tarareando esa letra, que es himno de tanta gente. No me asustan los acontecimientos, es el guión que nos han querido aplicar de miles de maneras, es el libreto de las primaveras árabes, de las revoluciones de colores, del golpe suave, son las 198 técnicas que explica Gene Sharp en su manual para realizar una “revolución no violenta” — lo de no violenta es solo el nombre —, y aunque en Cuba ninguna ha funcionado, intentan una y otra vez.

Para ver lo poco original del teatro montado basta con revisar el libro El arte de la Inteligencia de Allen Welsh Dulles, primer director civil de la Central de Inteligencia Americana (CIA), y uno de los padres de la estrategia para derribar el socialismo en Europa, Dulles en el lejano ya 1953, hace 67 años, escribió: “De la literatura y el arte, por ejemplo, haremos desaparecer su carga social. Deshabituaremos a los artistas, les quitaremos las ganas de dedicarse al arte, a la investigación de los procesos que se desarrollan en el interior de la sociedad. La literatura, el cine, y el teatro, deberán reflejar y enaltecer los más bajos sentimientos humanos”.

“Apoyaremos y encumbraremos por todos los medios a los denominados artistas, que comenzarán a sembrar e inculcar en la conciencia humana el culto del sexo, de la violencia, el sadismo, la traición. En una palabra: cualquier tipo de inmoralidad”. Más adelante el propio autor, por si fuera poco, devela las intenciones: “lograr un producto paradójico e inquietante: que las víctimas lleguen a comprender y compartir la lógica de sus verdugos”. Cualquier coincidencia con lo visto por estos días no es casualidad.

No me podía asombrar, porque forma parte de la adaptación a la actualidad de una vieja estrategia, ver en las redes convocatorias a incendiar carros de policías y hasta tiendas por precios que oscilaron entre 1000 y 5000 dólares, como mismo sucedió en Venezuela durante las guarimbas. Nadie me lo contó, a mi perfil en Facebook llegó una supuesta información de que en una céntrica plaza habanera se pondría WiFi gratis, ya me imagino el estudio montado para grabar la concentración y que con un poquito de postproducción pareciera lo que no fue, una estallido social, al estilo de los sucesos la Plaza Verde de Trípoli, en Libia, que desencadenaron la guerra contra Al-Gadaffi.

¿No les parece demasiada casualidad que desde el mes de octubre medios internacionales comenzaran a hablar de un estallido social en Cuba? ¿No es demasiada coincidencia que intentaran manipular el hecho que ocurrió el 27 de noviembre, con un grupo de jóvenes frente al Ministerio de Cultura y por si fuera poco intentaran vincularlo con un apoyo la farsa de San Isidro? ¿Acaso no es parte de ese guión también convocar por grupos de Telegram y de Whatsapp para una hora y lugar? Eso tiene un nombre, es la guerra no convencional que se nos hace, es una confrontación de IV Generación.

Junto con el barrido de la memoria histórica llega también la manipulación simbólica apoyados en el consumismo y manipulación cultural a la medida de los poderes hegemónicos. Es la creación de una idea de futuro en la mente de las personas que convida a olvidar lo que somos y de dónde venimos.

El objetivo del plan es demasiado predecible, que los Estados Unidos actúe como policía del mundo, presionar a Biden y hacerlo reconsiderar su anunciada posición con Cuba, tal como han hecho con otras administraciones.

No es capricho, no, no me puedo sentir representado en un grupo que puede tener inconformidades, como las tengo yo también, pero siguen ordenes de quienes le aprietan cada día más la tuerca a lo suyos y desconocen lo que la mayoría refrendó hace poco más de un año, y que está clarito en el artículo 4 de nuestra ley de leyes: “El sistema socialista que refrenda esta Constitución, es irrevocable”.

No vivimos en una sociedad perfecta, eso lo sabemos, chocamos a diario con esas imperfecciones, pero eso, aunque parezca teque no lo es, tenemos que solucionarlo desde adentro, sin el viejo y conocido anexionismo ni el oportunismo de unos cuantos que nunca se han preocupado por cómo está el pueblo cubano.

A esos que ya proclamaron el fin de la historia y nos convidan a arrepentirnos, a que pasó de moda la locura, hay que darle Tángana y recordarles que nosotros somos necios al estilo de Silvio, y por tanto queremos seguir jugando a lo perdido.