CAMAGÜEY.- De impotencia y no de otra cosa es expresión la nueva cruzada que el gobierno de Donald Trump lanza contra el sistema judicial cubano cuando tiene que echar mano de un delincuente común para justificar esta nueva embestida contra Cuba.
Y digo impotencia porque hasta ahora cada una de las agresiones que durante 60 años han lanzado las distintas administraciones estadounidenses contra la Revolución en su afán de destruirla, han terminado en el más humillante de los fracasos, como ocurre también ahora con la citada campaña de descrédito de nuestro respeto por los derechos humanos cuando de administrar justicia se trata.
Como todos imaginan estamos hablando de Daniel Ferrer García, ese mismo que en un video aparece golpeándose la cabeza contra una mesa mientras estaba detenido por múltiples delitos comunes y que ahora se toma como bandera de las organizaciones contrarrevolucionarias de Miami para demostrar las violaciones que comete nuestro sistema judicial.
El show no es nuevo porque recuerdo el montado con aquel personaje de Valladares, detenido por actividades conspirativas contra el Gobierno y que aparecía en silla con ruedas como consecuencia de las torturas y las golpizas propinadas por los órganos de la Seguridad cubanos, y terminó “desinflado” cuando fue mostrado también en un video, realizando fuertes ejercicios físicos en su celda.
Las mentiras, como se dice, tienen “las patas cortas” y en este caso son más que evidentes cuando tanto “amigos como enemigos” coinciden en afirmar que con su actuación podría aspirar a unos de los premios Oscar, que confiere la cinematografía holywoodense.
De qué personaje se trata, valdría apuntar el testimonio de Aurora Sancho Gutiérrez, vecina de José Daniel Ferrer quien afirma que este propinaba golpizas y la encerraba en su cuarto a Belkis Cantillo, su esposa y le suministraba los alimentos por una ventanilla, como si estuviera en una prisión de máxima seguridad, a lo que se suma delitos de lesiones y privación ilegítima de libertad por atentar contra el ciudadano Sergio García González.
La hoja de servicios a los contrarrevolucionarios de Miami es muchos más extensa cuando se sabe que mediante el pago de unos 10 mil dólares mensuales comandaba un grupúsculo de la denominada Unión Patriótica de Cuba a la que enviaba regularmente videos preparados de un minuto en los que se mostraban personas exhibiendo un cartel, gritando en una esquina contra el Gobierno, que desaparecían rápidamente para no ser identificados y dentro de los cuales aparece Domingo Duvalón Hurtado, supuestamente golpeado por la policía el cual declaró después que había recibido 10 dólares para prestarse a la farsa.
No resulta extraño pues, que dentro de la comparsa anticubana apareciera un vocero del Departamento de Estado, un tal Morgan Ortacuz, el Marco Rubio de siempre, los congresistas Díaz-Balart y el genuflexo de la OEA Luis Almagro, uniendo su voz a los que piden la liberación de Ferrer, “defensor de los derechos humanos” al cumplirse cien días de su arresto.
No faltó tampoco Rosa María Payá, autotitulada líder de los derechos humanos, quien sumada al show Ferrer, se atribuye el rompimiento de relaciones del gobierno golpista de Bolivia con Cuba, después que ella se reuniera con la presidenta de facto, Jeanine Añez.
En fin, que nuevamente el boomerang que nos lanzaron regresa a su lugar de origen, solo que ahora lo hace portador de una verdad que frustra otra vez el intento de desacreditar las instituciones judiciales cubanas que siempre actúan apegadas a las leyes del país.