Los cubanos transitamos ya por el año 62 del triunfo de la Revolución. El primero de enero de 1959 marcó el inicio de una nueva era para Cuba, después de derrotar por el Ejército Rebelde dirigido por Fidel Castro Ruz, la dictadura proimperialista de Fulgencio Batista, a un costo de más de 20 000 muertos. Un día como hoy, entraba a La Habana la caravana victoriosa de barbudos con su Comandante en Jefe al frente.

Para los que de alguna manera, aunque fuere mínima, hemos contribuido a la forja de esta extraordinaria y hermosa obra que es hoy la patria de que disfrutamos todos los cubanos, no podemos menos que sentirnos orgullosos de que nos tocara vivir en el eslabón de esta lucha por el bienestar, la soberanía y la independencia de nuestro heroico pueblo.

Desde luego que llegar hasta aquí frente a la hostilidad agresiva de las sucesivas administraciones norteamericanas por más de seis décadas, no ha sido un camino fácil, libre de obstáculos que pudieran haber parecido insalvable para otros, pues ha estado preñado de peligros, amenazas y sanciones de todo tipo, todas las que se han sintetizado en un criminal bloqueo económico, comercial y financiero que ha pretendido rendirnos por privaciones y adversidades de todo naturaleza.

El 2019 pudiera caracterizarse como un año en el que el gobierno estadounidense encabezado por Donald Trump se empleó a fondo para tratar de derrocar la revolución mediante medidas extremas como las de privarla del combustible necesario para mantener en funcionamiento la vitalidad de la Isla.

Para abundar sobre estas perversas intenciones bastaría decir que cada semana de este pasado año no transcurrió sin que las autoridades estadounidenses adoptaran alguna sanción contra entidades nacionales o foráneas, o personalidades políticas y administrativas, medidas restrictivas extraterritoriales para dificultar nuestra actividad comercial y financiera, desalentar la inversión extranjera, y en fin no hubo una sola área libre de la hostilidad imperialista, incluida la difamación de nuestra misiones solidarias en el exterior, como la que desarrolla el personal de la salud.

Ahora, si brutal fue la arremetida de la ultraderecha del gobierno norteamericano encabezado por Trump, así de tamaña ha sido su frustración al comprobar que estamos aquí, a noventa millas de sus costas, que la economía del país a pesar de los pronósticos adversos logró crecer, aunque modestamente con 0,5, pero no retrocedimos como esperaban, que la inversión extranjera que trataron de desalentar, asciende ya, solo en la zona industrial de Mariel, a más de 2 mil 700 millones de dólares, que el turismo alcanzó más de cuatro millones de visitantes, que supimos construir más de 43 mil viviendas para el pueblo y garantizarle los alimentos de la canasta básica, que aumentamos el salario de los trabajadores presupuestados, aprobamos un nueva constitución y que avanzamos en la institucionalización del país como garantía de la continuidad del proceso socialista que construimos y todo ello, sin aplicar políticas de choque que lesionaran los intereses de la población.

Con los bríos que nos da el saber que los derrotamos, que también los derrotaron los hermanos venezolanos, los nicaragüenses, que no han logrado imponer la Doctrina Monroe y el neoliberalismo en la región como única opción, los cubanos entramos al 2020 con nuestra capacidad de resistencia, de combate ante la adversidad, llámese imperialismo o como se llame acrecentadas y firmes, confiados en que como insistió el presidente Miguel Díaz-Canel profundizaremos nuestras convicciones ideológicas para hacer frente a la actividad diversionista del enemigo imperialista, continuaremos fortaleciendo y perfeccionando la batalla económica mediante el aprovechamiento eficiente de los recursos y una férrea política de ahorro e impulsar el ejercicio legislativo que pondrá en vigor la totalidad de los capítulos de la nueva Constitución de la República.

En el 2020 los cubanos vamos por más.