CAMAGÜEY.- Mucho se ha hablado desde el 2014 de la Contribución Territorial para el Desarrollo Local, una bondad financiera que da autonomía a las inversiones de los municipios. Es una alternativa para financiar, descentralizar y hacer participativas las políticas de desarrollo. Sin embargo, cabe preguntarse ¿estaremos desarrollando verdaderamente los territorios?
Para el 2018 la provincia debe recaudar por tal concepto más de 50 millones de pesos. Al cierre de agosto habían ingresado a dichas cuentas 36 millones de CUP y solo se había distribuido poco más de un tercio. La ley la define sin titubeos: “esta contribución grava a empresas, sociedades mercantiles y cooperativas con el 1 % de la totalidad de los ingresos brutos por la venta de bienes y prestación de servicios. Los gobiernos municipales pueden disponer del 50 % de la recaudación obtenida por esa vía en sus territorios, para cubrir sus necesidades de desarrollo”.
#Camagüey prevé recaudar este año 56 millones de pesos, por concepto de contribución territorial para el desarrollo local, económico, social y sostenible https://t.co/WaRuTe1kqn
— Cadena Agramonte (@cadenagramonte) 22 de junio de 2018
¿En qué invertimos este dinero? La respuesta devela una de las esencias de nuestro modelo, proteger el sector presupuestado, o sea a la educación, la salud y el deporte principalmente. Hacia allí han ido aproximadamente seis millones de pesos, mientras que al sector empresarial se han destinado tres millones. Debiera lograrse un mejor equilibrio, pues son los sectores productivo y del comercio los que generan ingresos.
Hay muy buenos ejemplos de utilización de esas finanzas. La mini-industria de la Empresa Pesquera-Industrial de Santa Cruz del Sur (Episur) constituye uno de estos. Allí se procesan renglones de la agricultura y se diversifican las producciones. Por sus resultados, es de los que más tributan en el municipio al 1 %, y qué bueno que el Consejo de la Administración Municipal le diera parte del monto que necesitaban para adquirir las selladoras de latas y la despulpadora. Con esos equipos incrementarán los ingresos y ello se revertirá en más aporte de la industria a la cuenta de desarrollo local.
Otra buena muestra resulta el arreglo de viales en Nuevitas, garantizando una infraestructura vital para el desarrollo. En Guáimaro resalta la inversión del Mercadito Comunitario y en Sibanicú la del Mercado Agropecuario, máxime si se sabe que el comercio aporta el 70 % de los ingresos cedidos. Con ese sentido el municipio cabecera financió la reanimación de unidades del Lago de los Sueños, La Taberna y el Club Ferroviario. Otros territorios revitalizan la industria de materiales de la construcción.
Llaman a aprovechar el 1 % de contribución territorial para ampliar las posibilidades de desarrollo local, en particular la producción de materiales de la construcción. https://t.co/iivMwEQlGY
— Trabajadores.cu (@trabajadorescu) 26 de octubre de 2018
Sin embargo, no todo es positivo. Aún se destina parte del dinero para cuestiones que, si bien no están prohibidas, contravienen su espíritu de desarrollo.
¿Qué crecimiento genera la compra de muebles, de vestuarios, de cárnicos o viandas y pagar gastos corrientes del servicio de Seprotcam o de Consultoría Jurídica, como refleja un informe presentado al Consejo de la Administración Provincial?
¿No se supone que los gobiernos municipales tengan un presupuesto para electricidad, teléfono, transportación, alimentación y gastos de materiales? ¿Por qué destinar de la contribución territorial a estos fines? Son cuestiones vitales, pero no propician crecimiento. Hay que ser más cuidadosos porque desaprovechamos oportunidades.
Casi todos los especialistas coinciden en que para que exista desarrollo son elementos esenciales el crecimiento económico, la satisfacción de necesidades y la armonía con el medio ambiente. Para concretarlo tiene que haber inversiones que amplíen las capacidades productivas, cambien las tecnologías e inviertan en capital humano. A esos tres aspectos debieran dedicarse más esfuerzos y fondos.
También ha sido un lastre el incumplimiento de los ingresos cedidos. Sin estos, no se puede tocar lo destinado al desarrollo local. Ellos son generados en un 70 % por las empresas de Comercio. “De este dinero sale el que va a las cuentas corrientes de los sectores presupuestados y el gasto social, si hay una estacionalidad superior a los tres meses en los cedidos, para esos gastos se utiliza el 1 %”, explicó Yuri Sandro Hernández Hernández, subdirector de política contable de la dirección provincial de Finanzas.
Minas era la única localidad que, al cierre de septiembre, cumplía con los ingresos cedidos. Por no cumplirlos desde enero, Céspedes no ha podido utilizar ni un centavo del 1 %.
“Entre las posibles causas de la tendencia, según los análisis que se han realizado, están la inestabilidad con la entrada de los abastecimientos y las inadecuadas estructuras de venta”, dijo Hernández Hernández. Preocupa que la situación no parece mejorar, se verá muy limitada la utilización de ese capital, y lo que no se ejecute pasa al presupuesto central del Estado y el municipio lo pierde.
Este tributo, según Ariel Terrero, periodista especializado en asuntos económicos, expresa mejor que cualquier otro las esencias de un modelo que sueña con ser participativo. Se trata, entonces, de ponerle una mirada más objetiva, de educar a los Consejos de la Administración y a las Asambleas Municipales en temas de desarrollo local.
Hoy se busca potenciar las localidades y reconocerles autonomía en cuanto a su gestión, lograr una atención más rápida y eficiente a sus problemas y reclamos. Utilizar más y mejor el 1 % deviene imperativo para cada demarcación en pos del verdadero desarrollo sostenible del que tanto se habla y pocas veces se concreta.