CAMAGÜEY.- Al día siguiente de hacer público sus servicios, el Cementerio General de Camagüey recibió al difunto Sebastián de la Cruz. La sepultura al cuerpo de aquel moreno libre, el 4 de mayo de 1814, representa el principio de un cambio cultural impulsado por una gestión sanitaria. Si visitamos las catacumbas que ha conservado la iglesia de La Merced, podemos imaginar los temores asociados a los enterramientos hasta entonces practicados en los templos.
Ya en nuestro tiempo, el dato de más de 10 mil construcciones funerarias y su deterioro activaron las alarmas de ciudadanos preocupados por un lugar de la espiritualidad, que cuenta la historia de Camagüey a través de sus pérdidas. En la profusa investigación de la arquitecta Adela García Yero ─El Cementerio General de Camagüey: la otra ciudad (Ediciones El Lugareño, 2018) ─ están los argumentos esgrimidos para la estrategia de conservación de un patrimonio cultural, según ella: “tan vivo como la propia ciudad”.
Precisamente, hace dos años anda en marcha el proceso de restauración de la necrópolis. La Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey (OHCC) coordina el manejo de la intervención y lidera los proyectos de dos nuevas obras: un centro de interpretación y un panteón a los mártires de 1851. En ambos casos, el proyectista es el arquitecto Henry Mazorra Acosta, y el ingeniero civil Ernesto Reyes Fernández se encarga del diseño estructural.
CENTRO DE INTERPRETACIÓN
La Calle de los Ángeles tiene clausurada su salida a 20 de Mayo. Desde allí, situada en perspectiva directa, la mirada toca fondo con un local de códigos neoclásicos. Localizado en el tercer tramo, funcionó como necrocomio cerca de cien años. Según los planos, una habitación servía de sala de espera y depósito de cadáveres, y la otra, para las autopsias.
En el interior del inmueble, una tarja en mármol de Carrara ─material también empleado en los pisos y las aceras exteriores─ sobrevivió como prueba de gratitud a Monserrate Canalejo e Hidalgo Gato, viuda de Gaspar Betancourt Cisneros, e impulsora de esa obra fundada el 20 de octubre de 1887.
El arquitecto Henry Mazorra Acosta parte del criterio de recuperar y restaurar los atributos decorativos y simbólicos perdidos, pero verificables en las fuentes documentales. Con su diseño de los espacios interiores aspira a favorecer la intimidad y la solemnidad, conceptos reforzados por el montaje y el guion interpretativo que dispondrá de técnicas y equipamiento contemporáneos.
“El tratamiento de la iluminación juega un papel decisivo en la atmósfera que quise recrear y además tiene el objetivo de enfatizar los contenidos en exposición”, explica Henry Mazorra.
En opinión del ingeniero Ernesto Reyes Fernández, ni este centro ni el panteón demandan complejidades estructurales, “pero debía prepararme bien porque el proyectista siempre tiene la libertad de soñar, y a mí me corresponde llevarlo a la práctica. Es bueno intervenir el espacio. Las personas podrán interactuar más y conocer mejor la historia del cementerio”.
En el conjunto estará una respuesta de Joaquín de Agüero a autoridades del gobierno español al interrogarlo por haberle otorgado la libertad a sus esclavos: “Cumpliendo un deber de humanidad y de conciencia”.
PANTEÓN DE LOS MÁRTIRES
Una de las rutas que promoverá el Centro de Interpretación enfoca a los independentistas del siglo XIX. En efecto, uno de los epitafios más conocidos destaca al primero en liberar a sus esclavos y al líder del primer alzamiento contra la metrópoli española:
Víctima infausta de un amor sincero,
Sentido por el hombre y por la gloria
Yace aquí el adalid Joaquín de Agüero.
Su vida guarda la cubana historia,
Su muerte llora el Camagüey entero.
La vindicación de su figura y de sus compañeros ─fusilados el 12 de agosto de 1851 en la sabana de Beatriz Méndez─ fue una batalla librada por la investigadora Elda Cento Gómez, aunque no se haya reconocido en la justa medida en el círculo legitimador de la historiografía cubana actual. No obstante, para Camagüey son precursores de las gestas mambisas con su declaración de independencia, redactada y aprobada en San Francisco de Jucaral. A su memoria se erigirá un monumento funerario en la zona más antigua del cementerio, cuyo diseño está determinado por las exigencias de un contexto con altos valores patrimoniales.
En el nuevo panteón descansarán los restos de Joaquín de Agüero, Fernando de Zayas, Tomás Betancourt y Miguel Benavides. Como no existen los de los otros compatriotas sus nombres aparecerán en letras de bronce. La obra incluye el rostro del líder fundido en bronce, contrastando con volúmenes puros enchapados en mármol.
Con esta obra colabora el escultor Gregorio Pérez, profesor de la Escuela de Oficios Francisco Sánchez Betancourt: “El arquitecto casi es un escultor. Rompe con lo que se ha hecho en este contexto y representa al hombre moderno que fue Joaquín de Agüero”.
El artista que hace un tiempo sorprendió con una muestra de caricaturas talladas en mármol de Carrara, prefería ese material para el alto relieve, pero no se dispone de eso: “El mármol cubano tiene mucha contaminación. No se puede trabajar a gran formato porque su concha es abierta, por eso no admite detalles. Cuando inciden las lluvias ácidas se agrieta y se parte”.
No obstante, aunque sea como planchas para una composición geométrica, a través de sus colores el mármol cubano aportará al simbolismo del conjunto: el gris connotará la opresión; el blanco, los ideales independentistas; y el rojo, la sangre derramada.
PAISAJE DE AFINIDADES
Los proyectos del Centro de Interpretación y del Panteón “están en curso para este año”, declaró a Adelante José Rodríguez Barreras, director de la OHCC. Del segundo, añadió que un equipo de investigadores y un médico forense trabajan en la identificación de los restos de los patriotas.
Según el ingeniero, “para ambos proyectos la situación de la pandemia ha dificultado la disponibilidad de materiales”. Teniéndolo todo, el proyectista calcula tres meses de ejecución para cada uno, se pueden llevar a la par.
Por lo pronto, alienta el acercamiento al camposanto. Sin tener conciencia aún, como pasó a los habitantes de hace 207 años, los camagüeyanos viven un cambio cultural asociado al ritual de la muerte: el cuerpo no llega a polvo por un lento proceso natural, sino provocado en unas horas en el crematorio.
La aspiración de una declaratoria de Monumento Nacional suma voluntades para la conservación de este sitio peculiar, reconocido como el más antiguo en funcionamiento de los cementerios patrimoniales de Cuba. Todavía pueblan esa otra ciudad un paisaje de afinidades que nos hablan de lo ignoto con el lenguaje de la piedra.