CAMAGÜEY.- -Sistematicidad es la palabra que anima a los representantes gubernamentales y de las organizaciones políticas, de masas, y entidades estatales que ahora mismo pulsan, en los 13 municipios de la provincia, cómo allá abajo se encara la Tarea Ordenamiento y la lucha para desaparecer los precios abusivos, y que reine un ambiente de orden y de disciplina en el tejido social camagüeyano.
Un equipo de Adelante acompañó el jueves a un grupo multidisciplinario que tomó la carretera a Nuevitas, con la intención de visitar en el poblado de Altagracia unidades de producción y servicios, para reconocer el trabajo de quienes lo merecían y corregir los defectos que siempre se encontraron.
La panadería del poblado no funciona desde el 1ro. de enero por el deterioro en que se encuentran las instalaciones del edificio; el producto, no obstante, no deja de llegarle a los consumidores, proveniente de la fábrica América, de la calle Rosario en la ciudad de Camagüey. Los supervisores pesaron uno a uno y todos tenían 80 gramos y con relativa calidad.
En cambio, el almacén de las materias primas como harina, azúcar, sal, entre otras, dejaba mucho que desear desde el punto de vista higiénico y obligó a los inspectores a aplicar una multa, mientras la Empresa Alimentaria está responsabilizada en depurar administrativamente las diferencias de 10 libras de harina y 14 de azúcar contra el inventario en la tarjeta de estiba.
Altagracia no es una demarcación grande; sin embargo, en la cafetería El Oasis hubo dos hallazgos, la pizarra estaba desactualizada y el elaborador de alimentos, en el momento de iniciarse la inspección, se encontraba sin la bata sanitaria.
El punto de venta de la CPA Victoria de Girón ofertaba jugo de coco, pero no tenía el listado de precios, irregularidad que no debe ocurrir. El pasado 28 de diciembre el Centro Comercial Altagracia recepcionó 14 400 croquetas, enviadas con motivo de la feria de fin de año y en el freezer permanecían --hasta el jueves-- 1 050 no aptas para el consumo humano a causa de no tramitarse con la Empresa de Comercio la devolución a tiempo.
Durante el recorrido supimos de la contradicción de precios entre la Resolución No. 109 del Director General de la Empresa Agropecuaria Camagüey para la comercialización de productos agrícolas y el listado oficial, aprobado el 25 de noviembre de 2020 por el Consejo Provincial de Gobierno y publicado por la edición impresa de Adelante, que busca favorecer a la población, aunque algunos como la habichuela y el ají de ensalada están ausentes en la relación.
En el caso de los renglones agropecuarios, al detectarse violaciones no se decomisan, sino que se obliga al vendedor a expenderlos al valor establecido.
Este trabajo de supervisión no será una campaña más. Requiere del concurso de los órganos de control y también del pueblo para denunciar los casos que desafíen la legalidad, de quienes van por los barrios en carretones a vender los panes a $12.00 por las madrugadas o, a media mañana, pregonan en voz alta: puré de tomate de la fábrica El Mambí, pero cuando se le pregunta el precio de una cantidad similar a la de un vasito de helado dice con gran naturalidad: $70.00 y $120.00 si compras dos.
Están apareciendo casas-almacén con productos inimaginables. En un cuarto de la terminal ferro-ómnibus, los supervisores encontraron una caja de jabones sellada y una de bombillos led. En la Avenida de los Mártires una persona vendía ante los ojos de muchos productos de aseo y piezas de mármol, sin poseer la correspondiente autorización.
Otro caso connotado ocurrió en el reparto Saratoga, en una panadería de un trabajador por cuenta propia. Expendía la unidad a $8.00 a dos mensajeros --uno legal y el otro ilegal-- y en el propio establecimiento a $10.00 para el que quisiera comprarlo. Siempre hubo quienes se congraciaban con el productor, el que poseía una fuerza laboral de dos obreros sin cumplir los requisitos de contratación, según refirieron funcionarios de la Dirección Integral de Supervisión.
En la tienda La Capitana, en el momento de la visita de los supervisores no se encontraba el administrador, la dependienta alegó que en la nevera solamente había agua; sin embargo, al revisarla fueron detectadas 32 libras de pollo de la cuota, correspondiente al 17 de diciembre y picadillo de soya anterior a esa fecha a la espera de que “lo sacaran los consumidores”. En una nueva visita alegó que se lo había llevado para su casa. Definitivamente le impusieron una multa y se decidió que por parte de la Empresa se aplicaran las medidas administrativas.
Así andan las cosas. Creo que muchos compartirán nuestro criterio de que los precios son motivos hoy para discrepar mientras no se llegue a la comprensión por parte de las empresas de que deben afilar el lápiz y sacar bien los cálculos. Y los que estuvieron acostumbrados a salir por las calles revendiendo, sin miramientos con el pueblo, rectifiquen, porque no es una campaña pasajera.